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jueves, 26 de agosto de 2010

MEMORIA DEL AGUA. Hemeroteca



Villahermosa de nuevo está amenazada. Perdonen por refrescar la memoria de lo que ya escribí en su tiempo. EMR 260810



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2007, una catástrofe profetizada (I)
*El Canal Samaria Golfo pudo evitarla
*No debe fallarnos la memoria histórica
*Ayer, el no hacer; hoy miedo y pánico

Por Erwin Macario

Los enemigos de Tabasco tienen muchos disfraces, se mimetizan. Ayer fueron los predicadores del no hacer, los que calificaron “obra faraónica” el proyecto de Leandro Rovirosa, que evitaría inundaciones como la de este año. Hoy son los esparcidores de rumores, los catastrofistas de café y hasta falsificadores de boletines que buscan causar pánico, dañar; no al gobernador Granier únicamente: a los tabasqueños.
Esto de las inundaciones tiene su historia. La memoria no debe fallarnos, como a las aguas no se le olvidan sus territorios. Ya en 1955, cuando era secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos don Eduardo Chávez , el subsecretario de Recursos Hidráulicos, Luis Echegaray Bablot, dijo: “Desgraciadamente es frecuente observar que los problemas de ingeniería esencialmente básicos para el desarrollo de un país tienden a resolverse bajo el calor de pasiones políticas o de los intereses particulares, mientras a los técnicos especializados en la materia se les deja en segundo término y se les desperdicia atendiendo problemas baladíes”.
Esa condición ha frenado muchas acciones en Tabasco. Las obras contra las inundaciones, entre ellas.
Hace 27 años (en 1980), este columnista dejó constancia del proyecto propuesto por el entonces gobernador Leandro Rovirosa Wade, lo defendió y de ello queda prueba en los ejemplares de la hemeroteca que hayan sobrevivido a la inundación de la Biblioteca José María Pino Suárez y la José Martí, estos días del 2007. Parte de esa defensa periodística por Tabasco está rescatada, también, en la obra “Testimonio para la Historia. El Canal Samaria–Golfo de México. Un debate sobre el desarrollo de Tabasco”, editada por el Colegio Nacional de Economistas y Economistas Tabasqueños A.C., última organización que presidía esos años Andrés González García y en la que estaba, en la Comisión de Hacienda y Administración, mi paisano tenosiquense Gustavo Jasso Gutiérrez y en el Consejo Consultivo aparecía Arturo Núñez Jiménez, actual senador perredista, por mencionar a dos de los personajes que siguen en la escena pública. Gustavo es el Secretario de Planeación del gobierno de Granier.
Esa parte periodística hablaba de lo que Echegaray sustentaba en el libro “La Cuenca del Grijalva–Usumacinta, a escala nacional y mundial”, en el que además de describir las obras que desde entonces se proyectaban realizar en nuestros ríos –así lo escribí–, describía las más importantes obras de defensa y aprovechamiento de nuestros recursos hidrológicos.
Admitía Echegaray que “el proyecto y realización de las obras de aprovechamiento integral de los recursos naturales de una cuenca hidrográfica, constituye uno de los problemas más difíciles de la ingeniería, porque además de su complicado aspecto técnico, implica graves consideraciones sociales y económicas. Se requieren estudios profundos y detallados no sólo en la zona que recibirá el beneficio directo de las obras mencionadas, sino también en las distintas regiones a las que reportarán un beneficio indirecto.
El 21 de agosto de 1980, cuando documenté esto en Diario de Tabasco, había voces que en Tabasco, y en los medios nacionales, se oponían al proyecto hidráulico que el gobernador Rovirosa rescataba y que, incluso, se había congelado cuando él era titular de la SARH, porque afectaba una extensa zona cacaotera de Tabasco. Las condiciones habían variado y el gobierno tabasqueño de entonces contaba con una amplia respuesta económica a raíz del boom petrolero cuyos beneficios económicos repercutían en las finanzas tabasqueñas tras la lucha que para lograrlo realizó el propio Rovirosa enfrentando a un poderoso director de Pemex, como lo era Jorge Díaz Serrano, uno de los presidenciables de aquellos tiempos del dedazo priísta.
Del proyecto, -que ya se hablaba desde el gobierno de Carlos A. Madrazo Becerra y se conocía como el Canal Samaria–Mecoacán, que se había frenado seis años antes para no dañar áreas agrícolas-, Rovirosa y los técnicos nacionales y extranjeros presentaron hace 27 años (1980) la propuesta de lo que se llamó El canal Samaria–Golfo de México, obra que hubiese evitado inundaciones como las de 1999 y 2007.
Nueve años hacía en ese tiempo, en 1980, que la propuesta inicial de las obras se había enriquecido con estudios muy completos que incluso fueron la causa que se congelara –como ya dije– para no afectar plantaciones de la Chontalpa.
La obra no sólo protegería entonces el naciente Plan Chontalpa y rescataría de crónicas inundaciones a una gran extensión de Tabasco, sino que hubiera evitado lo que hoy es el peor desastre de Tabasco, la inundación de noviembre del 2007. Aunque los del no hacer de ayer y los catastrofistas del hoy nos digan que el hubiera no existe.
Las lecciones de la naturaleza no fueron entonces, ni lo son ahora, bien aprendidas. Tabasqueños de entonces advirtieron el peligro de no construir ese canal. Uno de ellos es citado en forma anónima por el periodista Miguel Octavio Merino, quien el domingo 23 de noviembre de 1980, en el diario Rumbo Nuevo, hace profeta a su declarante que, reflexiono ahora, debió ser Don Rosendo Taracena.
“Si no se hacela obra del Canal Samaria–Golfo de México, cada día estamos más indefensos y en el inminente peligro de que volvamos a la misma época de antes que nos manteníamos siempre inundados”, expresó un destacado ciudadano de Cunduacán, que nos hizo prometerle que mantendríamos su identidad en el anonimato, -escribe Miguel Octavio Merino en testimonio que es recogido en el libro editado por los economistas, en un respeto a la libertad de expresión que hay que reconocer pues el mismo Arturo Núñez era uno de los que entonces se oponía a la construcción del canal, junto con el ecologista Ivan Restrepo y el periodista Manuel Buendía, cuyos argumentos, empero, como los de este servidor y los de Belisario Colorado Jr., valen la pena conocer.
Oponerse a la obra dañó a Tabasco, como hoy buscan hacerlo los que falsifican boletines del Gobierno y afirman, burdamente, que un estudio conjunto de la Conagua y la CFE revela que entre el 12 y el 15 de diciembre próximo (2007), el tapón hidráulico en el Alto Grijalva podría ser rebasado y provocar una severa inundación en la cuenca baja de Tabasco y en especial Villahermosa, con un gasto de agua dos veces mayor que la que inundó a esta ciudad hace un mes aproximadamente.
Mimetismo. Los mismos de ayer que pasan del rumor a la provocación de pánico.


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2007, una catástrofe profetizada (II)
*Debe regularse el agua turbinada
*Obritas nuevas no han funcionado
*Desde enero éramos zona de desastre
Por Erwin Macario

José Luis Luege Tamargo, director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), no tiene memoria. Ayer jueves 29 de noviembre (2007), dijo que en breve se diseñará el Plan Hidráulico que permitirá controlar los ríos de la cuenca del sureste y proteger a Tabasco de inundaciones. Su halzheimer es preocupante. El 19 de enero de este año del desastre anunció que esta entidad federativa y su capital, Villahermosa, estarían protegidos por las obras de control hidráulico de los ríos Carrizal y Samaria.
Ofreció que a más tardar en mayo, cuatro meses después del anuncio, cinco antes de la gran inundación, se pondría en funcionamiento la estructura ubicada en el punto de partida de los ríos Samaria y Carrizal, de la obra localizada cerca del poblado Macayo, en los límites de Tabasco y Chiapas. La verdad, muy pocos le creyeron.
El mismo diario donde me documento esta vez, Milenio Tabasco, del 20 de enero (2007), cabeceaba en su primera plana: "Declarará la Federación a Tabasco Zona de Desastre".
Voz de sibila, vaticinio, profecía de lo que llegó.
Pero a Luege Tamargo hay que considerarlo el descubridor del agua lluvia: tras un recorrido en las inmediaciones del río Carrizal (ese 2007) para supervisar los trabajos de reforzamiento de los bordes de contención, consideró necesario aplicar estructuras de control de los ríos que bajan de la sierra. Además, añadió, de aplicar un adecuado ordenamiento ecológico territorial que prohíba el asentamiento urbano en zonas de alto riesgo e invasión de terrenos federales, según información de Notimex. El agua tibia, el hilo negro de la prevención...
Desmemoriado, el funcionario federal olvida que los tabasqueños y sus ríos tienen memoria. Documentada mucho de ella, como lo es la obra que en esta entrega seriada comento, El canal Samaria–Golfo de México..., rescatada del archivo personal del pintor Alejandro Ocampo, que generoso me la hizo llegar.
Un plan como el que ahora anuncia Conagua no puede omitir la propuesta Rovirosa, que en su tiempo fue criticada y se impidió su ejecución. Pero mucho agua ha corrido ya por Tabasco y lo ha inundado. Estudiar el proyecto Samaria–Golfo y actualizarlo dentro de un plan integral hidráulico nos libraría de muchos problemas, como se alertó en 1980, hace 27 años.
Aquella vez, contra las voces discordantes del no hacer, se dijo que se olvidaban “que lo cuantioso de una inundación y aún lo valioso de las tierras robadas a las aguas, es suficiente para justificar obras como el cauce de alivio, que no debe estudiarse aisladamente sino en conjunto de un sistema hidrológico que necesita aprovecharse integralmente, no sólo para irrigación, navegación fluvial y generación de energía, sino para el control de inundaciones, amenaza que se torna más grave cuando vemos año con año que al desbordarse las aguas arrastran muchos desperdicios industriales del área petrolera, contaminando tierras ricas para la agricultura”.
Tampoco debe olvidarse que las obras hidráulicas tienen que atender al Sistema Hidrológico del Alto Grijalva, pues antes de la construcción de las presas, para recordar lo que Leandro Rovirosa Wade dijo en su IV informe de gobierno, el río Samaria, en estiaje tenía un gasto medio aproximado de 200 metros cúbicos por segundo. Esto no representaba ciertamente ningún peligro y permitía a los pobladores de la parte baja la siembra.
Otro dato citado por Rovirosa: la capacidad en ese tiempo del cauce del Samaria, sin desbordarse, era de 800 metros cúbicos por segundo. La Presa Netzahualcóyotl (Mal Paso) inició con un gasto turbinado de1,000 metros cúbicos por segundo, pero al saberse que se incrementaría a 1,620, LRW advertía que las partes bajas donde no existe un cauce que pueda conducir esos gastos, “se inundarán permanentemente”.
Además –decía el gobernador Rovirosa– (en 1980), la regularización que ya se ha logrado en la cuenca alta con las presas La Angostura, la reciente inaugurada Manuel Moreno Torres de Chicoasen, la Netzahualcóyotl, próximamente la de Peñitas y el conocimiento de más de tres siglos de inundaciones en las zonas délticas, hacen oportunos los intentos para fijar el cauce que controle las grandes avenidas que se originen aguas bajo la última presa,
Algo sabía de eso Rovirosa Wade, que declaró recientemente al periodista Francisco Peralta, de Mesa 42, “el agua es mi elemento”. Un poco sabe porque fue el principal constructor de Malpaso y como secretario de Recursos Hidráulicos en el gobierno de Luís Echeverría tuvo a su disposición toda la información en la materia y si en ese tiempo no era conveniente iniciar el canal de alivio, entre otras causas para no afectar sembradíos, ya en su gobierno y con el boom petrolero, había presupuesto y la obra se justificaba para evitar que las inundaciones regaran por la Chontalpa los desperdicios de los campos petroleros.
Si Rovirosa Wade dio la pelea a Petróleos Mexicanos y la ganó, no fue así al enfrentar, no al agua de las inundaciones sino a los que entonces se opusieron al proyecto Samaria–Golfo de México.
A Pancho Peralta revela su pensamiento en torno a hidrocarburos y agua: “Yo vengo a gobernar un estado donde los dos recursos que yo considero más valiosos existen en forma abundante: el agua y el petróleo. Curiosamente esa abundancia de uno y otro trae problemas a Tabasco. Los problemas del agua en Tabasco derivan de su abundancia, lo mismo que los problemas del petróleo”.
El canal de alivio nos hubiera librado de una inundación como la de 2007, donde las aguas turbinadas aumentaron el caudal de la corriente llegada a Villahermosa proveniente de la sierra tabasqueña, pues las obras anunciadas para mayo de este año en lo que se conoce como Macayo, no se terminaron.
Según el ahora desmemoriado Luege, la obra hidráulica supervisada en enero de este año de inicio de sexenio, controlaría el gasto de agua en la bifurcación del rìo Mezcalapa, de modo que el 60 por ciento de la corriente turbinada circularía por el Samaria y el otro 40 por ciento por el Carrizal.
No fue así. El Carrizal y el Grijalva cerraron el abrazo acuífero que mantienen sobre Villahermosa, rodeándole, haciéndola una isla.
Para Luege, Isla de la Fantasía, donde él es Tatú.


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2007, una catástrofe profetizada (III)
*Calderón, gobernar desde las aguas
*No se trata de apoyar unas semanas
*Vienen los espías de Estados Unidos

Por Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com

Macario Schettino, en la evaluación del diario El Universal por el primer año de gobierno del presidente Felipe Calderón dice: “A fines del mes de octubre, el gobernador de Tabasco, Andrés Granier, intenta convencer a los habitantes de Villahermosa, por todos los medios, de que habrá una gran inundación”.
“Desafortunadamente –agrega– no hay respuesta de éstos, y el primero de noviembre la ciudad queda debajo de hasta cuatro metros de agua, provocando cientos de miles de damnificados. La reacción del gobernador, y del presidente Calderón, es rápida y, en lo general, correcta. Sin embargo, el daño producido por las inundaciones no es un asunto menor”.
La catástrofe apresuró la mirada del país hacia Tabasco y el colega llega a la conclusión que “no se trata sólo de apoyar por unas semanas a la población, sino además de reconstruir por completo una ciudad de un millón de habitantes, su economía y su infraestructura. Un trabajo titánico que llevará meses, o posiblemente años”.
Cinco, considera el gobernador tabasqueño.
Como todo México lo vio, prácticamente el presidente Calderón gobernó desde el agua este mes de noviembre, desde Tabasco. Lo concluye así el diario en la pluma de Schettino: “Durante el mes, casi todo el trabajo presidencial se vuelca al rescate de Villahermosa. Mientras tanto, el riesgo país ha aumentado, en buena medida por los problemas del mercado inmobiliario de Estados Unidos, y lo mismo hace la inflación en México, en preludio de las dificultades que habrá al inicio del 2008. Pero eso será materia de la evaluación que hará El Universal dentro de un año…”
El honor de ocho visitas presidenciales, el ser noticia permanente en los medios nacionales, empero, no debe repetirse. Poner en marcha un plan hidráulico es lo urgente, a la par de una reconstrucción en la que gobiernos federal y estatal deben ir de la mano.
Traer, pues, a la conciencia de Tabasco y del país un proyecto como el Canal de Navegación y Alivio Samaria Golfo de México, no es sino una necesidad para refrescar la memoria de quienes tal vez piensan que con ellos, y las inundaciones, nace Tabasco.
A casi treinta años de su propuesta, el ingeniero Leandro Rovirosa Wade revive la oposición que impidió que la obra se realizara, cuando había dinero del petróleo para hacerlo, para “sembrarlo”. En la entrevista con Francisco Peralta, (publicada en Mesa 42)el ex gobernador dice: “Entonces yo diseñé e insistí, pero se frenó un cauce de alivio que eliminara cuatro mil metros cúbicos por segundo y que tuviera una forma de canal, pero aquí tenía otro canalito, y ese canalito es para las lluvias normales que cayeran todos los años; tenía la capacidad para recibir una cantidad formidable de aguas que pudieran ser reguladas y mandadas al mar en un momento dado”.
Dos gentes de fuera fueron la caja de resonancia de tabasqueños que en esos tiempos consideraron que la obra no se debía hacer: el periodista Manuel Buendía y el ecologista Ivan Restrepo.
Rovirosa lo recuerda: “Cuando yo era gobernador fui atacado por Buendía, aquel periodista que decía que yo construía obras faraónicas y hasta achacaba que me interesaban como contratista; cosa falsa, porque yo no iba a contratar esa obra por medio del estado, sino por medio federal, y la federación manda a los contratistas previos concursos allá y cuando llegan aquí yo no sé ni quienes son”.
Sobre Restrepo sólo dice: “Esa obra quedó frenada y es necesaria por México”.
Tanto Ivan como Buendía mantuvieron permanente oposición al canal. La agrupación Economistas Tabasqueños A.C. alimentaba esos comentarios. Pocos periodistas en Tabasco defendíamos el proyecto que era satanizado en una feroz defensa del medio ambiente: Que no se debía repetir lo de la Florida, era uno de los argumentos. Que había intervención interesada de los Estados Unidos pues “un grupo de ingenieros del Ejército de Estados Unidos ha sido llamado a Tabasco para que participe en el proyecto del canal de navegación Samaria–Golfo”; que éstos podrían llevarse información estratégica sobre la zona petrolera más rica del país como lo hicieron unos años antes los autores del libro “Las tierras bajas de Tabasco en el sureste de México”, patrocinados por la armada estadunidense; que arruinaría los criaderos de camarón en la costa campechana y sería una amenaza pública para la salud pública por contaminación de mariscos; que…
Rovirosa los enfrentó. Les aclaró que es indiscutible que para el proyecto, tal como está, hubo necesidad de estudios hidrológicos tanto para determinar la magnitud de las grandes crecientes que puedan presentarse, como para fijar la capacidad del cauce que se pretende defender.
Y fue más claro al advertir que si ya existían en las partes altas de la cuenca del Grijalva las presas (que hoy mantienen alerta a los tabasqueños) era ya tiempo de que en las partes bajas se defiendan las inundaciones y se recuperen tierras para la agricultura.
Conocedor del agua, Leandro Rovirosa dijo en su IV informe de Gobierno, el domingo 14 de diciembre de 1980: “Si llegasen a presentarse los gastos máximos a la altura de la bifurcación del río Samaria, que para periodos de retorno de 5, 10 y 100 años se estiman de 3,500, 4,200 y aun de 6 mil metros cúbicos por segundo, se tendrá idea de la magnitud del peligro, ya que la capacidad actual de cauce sin desbordar es de 800 metros cúbicos por segundo en los primeros 25 kilómetros. Las consecuencias, naturalmente, serían catastróficas”.
Y en esas andamos, ingeniero. Aunque no veremos el periodo de retorno de cien años.
Rovirosa aseguró que el proyecto era apoyado por el titular de la SARH, Francisco Merino Rábago que, dijo, le comentó que la obra se iniciaría antes de finalizar 1980… Debió pasar lo que hace unos días (2007) cuando al presidente Calderón se le dijo que uno de sus secretarios ya había aprobado las primeras obras, las más urgentes, para la reconstrucción de Tabasco. “Si ya las aprobó, –contestó el mandatario de México– es porque las va a pagar con su sueldo”.

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