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viernes, 15 de octubre de 2010

HOMENAJE A JESUS SIBILLA ZURITA

Tp151010 PrensaRUMBO NUEVO 
TRANSPARENCIA POLÍTICA 
Por Erwin Macario* 
 
El respeto al micrófono

Eran aquellos los tiempos en que los locutores respetaban el micrófono, a la radiodifusora, al auditorio. Gente que sabía, como decía Chucho Sibilla, que el micrófono tiene alma. Erwin Macario/ septiembre 2008 

Por un error, en los archivos personales encuentro que Jesús Sibilla Zurita nació el 15 de octubre de 1922. Oficialmente no es así. Según el portal de la XEVT, http://www.xevt.com/biografia-sibilla.php, el día de tal acontecimiento fue el 5 de octubre de ese año.
Atrasado, pues, este texto –en recuerdo de un comunicador cuyo ejercicio en los noticiarios de radio sigue vigente al través de sus hijos—, es un pretexto para, como quedó escrito y se recuerda en el epígrafe de hoy, se teja en torno de la comunicación.
Ser locutor, ser periodistas, periodista de radio, conlleva, más que nada, el respeto al alma del micrófono. Antes, para recibir licencia de locutor había que pasar un examen, que para muchos no era fácil.
Algo de la basura que los vientos sexenales han elevado en la radio tabasqueña no estaría contaminando el ambiente de la comunicación si se sometería a esos periodistas de radio a esas pruebas. Habría respeto al micrófono y al auditorio.
Chucho Sibilla, cuya labor en la radiodifusión, en los noticiarios de radio ha decantado el tiempo tuvo como éxito respetar y ser respetado. El premio a esa forma de actuar en un medio es el que todo comunicador, todo periodista, debe exigir: respeto a su trabajo. Lo demás, como los reconocimientos, los premios, se dan por añadidura. 
Jesús Sibilla Zurita recibió uno que le honró. Sus pares, los locutores de México, le entregaron en 1974 un reconocimiento nacional por haber vencido la incomunicación que había entre los tabasqueños aislados en el pantano y la selva al través de Telerreportaje, un vínculo para resolver, principalmente sus problemas cotidianos.
Al recibir el Premio “Rubén Zepeda Novelo” —en la Quinta Grijalva, donde el gobernador Mario Trujillo García había ofrecido una cena a los congresistas de la Asociación Nacional de Locutores—, Sibilla Zurita dijo, en un acto de modestia, “Yo no soy locutor”. El iniciador —22 de septiembre de 1958— del que en esa cena calificaron los locutores de México como el primer y mejor programa de servicio social en el país, respetaba tanto el micrófono que se consideraba que utilizarlo como medio para servir a sus paisanos no lo hacía locutor.
Respetó y fue respetado. En un texto de Julio César Javier Quero, citado por este columnista en el reportaje por los 50 años de Tele Reportaje, puede hallarse una clave de ello: “Él siempre estuvo lejos de los aduladores. De las invitaciones y de los regalos mal intencionados o con objetivos predeterminados; nunca dejó que el poder que representaba lo hiciera cambiar su modo de pensar y de actuar; esa forma de actuar fue herencia vital para sus descendientes”.
En ese homenaje periodístico por las bodas de oro del hoy programa de Chuy y Emmanuel Sibilla Oropesa, escribí y recuerdo hoy: “Ser el primero en incursionar en el periodismo radiofónico y empezar con total independencia le hizo fuerte, a pesar de que los locutores de oficio le veían, al principio como un intruso en la radio.
Desde sus inicios en la radiocomunicación lo hizo en forma independiente: compraba los tiempos para producir y transmitir sus programas y vendía comerciales para sostenerse. Así nacieron, hermanados a Telerreportaje, los programas Alma Ranchera y Noticias en Flash, que con la publicidad comercial ayudarían, ayudaron, siguen ayudando al noticiario más importante de Tabasco”.
También: “Su rostro serio, el no frecuentar lugares de reunión, no aceptar sino pocas invitaciones, era una forma de no poner en duda su compromiso con la profesión que escogió y heredó a sus hijos”. Junto al respeto, cultivó la lealtad: “En la política, como en el periodismo, el creador de Telerreportaje fue un hombre de lealtades. En la sucesión del general Orrico, gobernador que había sustituido a Manuel Bartlett Bautista, apoyó a Agustín Beltrán Bastar. La llegada, pues, de don Carlos Madrazo fue la primer tormenta que ese programa capoteó. Con éxito. “Su pleno oficio de buen comunicador le hizo ganar el respeto del mandatario. Ni Madrazo Becerra enfrentó a Sibilla, ni Sibilla enfrentó a Madrazo. Por el contrario, la radio hizo fuerte a Madrazo”.
Hoy, desfasado por un error de anotación en mis archivos, va mi recuerdo para Chucho Sibilla, cuya muerte me dolió, como una parte de mis muertes sucesivas, aquel 2 de julio de 1989. 
LADO CLARO Cristóbal Álvarez Brown es sólo un ejemplo de quienes equivocan las funciones públicas. Su error fue no saber en qué equipo jugaba. 

 *Periodista. Premios: Radio Chapultepec, Club Primera Plana (35 y 40 años), Premio México de Periodismo, el Premio Estatal 1991 y el Rumbo Nuevo 2010. Ha publicado Periodismo y utopía, Vocabulario tabasqueño (en colectivo) y el prólogo de La última ruta de Cuauhtémoc, de Humberto Muñoz Ortiz http://www.erwinmacario.blogspot.com/

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