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jueves, 15 de octubre de 2020

 NO SON LO MISMO

Tp161020 Inundación RUMBO NUEVO y VÉRTICE

TRANSPARENCIA

POLÍTICA

Erwin Macario

 

El 2007 y el 2020

 

Indudablemente se requieren

Acciones necesarias en el corto

plazo frente… a fin de tener opciones

y… evitar una nueva catástrofe.

Cenapred/ mayo 2008

 

La inundación de hace unos días, que el gobierno de Morena considera dejó 600 mil damnificados en Tabasco, fue una “güishada” en comparación con la del 2007, cuando se inundó el 62 por ciento de esta entidad federativa y el propio centro de Villahermosa. Pero a los de la Cuarta Transformación, esta vez, el agua les llegó hasta el cuello.

Si hace 13 años la gran inundación sacó a flote la corrupción en las obras hidráulicas para prevenir inundaciones y en el manejo de las presas hidroeléctricas del llamado Alto Grijalva, así como exhibió a los malos tabasqueños que, como Arturo Núñez, se opusieron a la construcción del Dren Samaria-Golfo de México, que hubiera evitado el desastre 2007, ahora de los albañales surdió, junto a los excrementos, la ineficiencia y la corrupción, como males más dañinos que las crecientes.

En las horas que Villahermosa se iba a pique, en 2007, no sólo sabíamos que era la peor catástrofe en 50 años —“semejante a Nueva Orleans” con Katrina, llegó a decir el colega Rene Alberto López, en La Jornada—, pero el gobernador Andrés Granier, dentro el agua, sólo cuantificó 500 mil damnificados.

“La capital es como una olla, como Nueva Orleáns (devastada por las inundaciones que provocó el huracán Katrina en agosto de 2005). Estamos debajo de los niveles de los ríos”, consideró el gobernador de Tabasco, Andrés Granier Melo, en declaraciones al noticiero de Joaquín López Dóriga, en Radio Fórmula, se escribió para la historia.

Granier manejó con responsabilidad las primeras cifras. Cuando las aguas bajaron, un estudio de Cenapred, de Mayo de 2008, “Tabasco: características e impacto socioeconómico de las inundaciones provocadas a finales de octubre y a comienzos de noviembre de 2007 por el frente frío número 4”, revelaría: El fenómeno fue de tal magnitud que se estima que en su momento más álgido estaba cubierto de agua el 62% de la superficie estatal el afectó a cerca de 1,500 localidades (90% de las cuales rurales), dejó a casi 1.5 millones de damnificados (75% de la población del estado), casi 6,500 kilómetros de carreteras y caminos afectados (73% de la red del estado) y 132 puentes, 570 mil hectáreas agrícolas siniestradas, 123 mil viviendas con afectaciones.

Mucha agua ha corrido desde entonces. También mucha tinta ha pasado bajo el puente de la historia. Mucho he escrito sobre las inundaciones y sólo se regresa a esas historias en estos tiempos de turbiedad política.

Ahora, con menos afectaciones, aflora la ineptitud de quienes le fallan al presidente Andrés Manuel López Obrador y al gobernador Adán Augusto López Hernández, y los embarcan en frágiles cayucos en las aguas de la historia.

Ineficiencia y corrupción emergen de las turbiedades. En 2007 no hubo ninguna protesta de parte de los afectados por las crecientes de los ríos. Ahora se cierran carreteras porque los “servidores de la nación” y sus jefes inmediatos han manoseado la entrega de ayuda que el gobierno federal ha acordado, ya no dentro del Fonden —como cuando Granier— sino en las manos de quienes AMLO confía y que ya están marcados sino por corrupción sí por ineficientes.

Las “benditas redes” y parte de la prensa responsable ha dado cuenta de cómo las buenas intenciones empiedran el camino de Morena hacia el 21 y a la sucesión del 2024. Los vales se dan selectivamente, se pide moche y se entrega a quienes no fueron afectados. Una corrupción en que ha caído el gobierno de Morena, denunciado hasta por su propia gente, como lo hizo la alcaldesa de Cunduacán, Nidia Naranjo.

El mensajero de AMLO, su amigo elevado al rango de “cardenal” del gobierno federal, en la Secretaría de Bienestar, Javier May Rodríguez, ha corrompido el mensaje y provocado el caos y la protesta social en Tabasco, que parece crecerá más para dar la bienvenida al presidente el próximo domingo 18 que viene a la Presa Peñitas.  

Palo para su cabeza, pues le hace agua la embarcación hacia el 2024, que ya se veía como el candidato de Morena a la gubernatura de Tabasco. Y es que convertir el apoyo a damnificados en una compra adelantada de votos ha sido una catástrofe peor que la inundación del 2007.

Aquella vez, Granier no estaba en tiempo electoral, Puede ser la diferencia. Aunque los analistas pueden encontrar muchas entre lo que pasó entonces y lo que ha pasado en este gobierno en el que AMLO ha pedido no mentir, no robar, no fallar.

Una pequeña inundación ha hecho emerger lo que realmente tienen de fuerza política, de tablas, muchos actores de la 4T, llegados al nuevo principado como tropas ajenas, de antiguos príncipes —válgaseme la alusión a Maquiavelo— capaces de traicionar el proyecto de nación de la 4T.

Un ejemplo es el diputado Rafael Elías Sánchez Cabrales, quien queriendo sacar las vacas de las aguas —no saben nadar, aunque el piloto Suárez diga lo contrario—, afirmó que no se estaba politizando la ayuda a damnificados, pues se hacía sin intermediarios ni partidos políticos y que a medida que esta entrega avance se podrán localizar puntos de fallas.

Bien, pero en su afán de apuntarse para el 21 y el 24, comete el gran error de aumentar más las cifras de los tabasqueños afectados por estas “inundaciones”: Creo que el cálculo de las 600 mil familias afectadas es un cálculo bastante apegado a la realidad y el gobierno federal le va dar atención a todas esas familias —espetó.

No. No tanto. 600 mil familias representarían unos 3 millones de afectados. No, diputado.


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