Transparencia280508Razones
TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Alcalde etílico
Por Erwin Macario
Los regidores, molestos, se le fueron con todo a Francisco Sánchez y amenazaron con hacer públicas las arbitrariedades de su esposa.
Juan Torres/ Necrología
En sus fugas geográficas, el alcalde de Cunduacán, Francisco Sánchez Soberano, le entró duro y tupido a su vicio en el paradisíaco puerto de Paraíso, uno de sus lugares preferidos para empinar el codo. El otro sitio es Frontera.
No habría problemas con su ya terrible enfermedad si las copas no le afectaran tanto.
Todo estaría bien si las neuronas le funcionaran un poco como cuando fue “corresponsal” de Excélsior —hágame usted el fabroncisimo cavor– gracias a los buenos oficios de Edgar Méndez Garrido, alias “La Misha”, y la credencial o charola le servía para protegerse de la policía, pues le gusta libar al aire libre. Y no ser molestado.
En aquellos tiempos hubo una anécdota que vale la pena recordar. Unos agentes de Tránsito —que para su suerte no eran los tiempos de Chavo Suárez— le detuvieron cuando en un rascuache vochito salía del parque Tomás Garrido Canabal, haciendo eses pues iba hasta el cushul de pedo.
Como no eran los tiempos del alcoholímetro ese que tanto ha bajado los índices de accidentes en Tabasco, los agentes se limitaron a pedirle exhibiera sus papeles, tanto los suyos, los que le autorizaban a manejar, es decir su licencia de conductor como los documentos del esperpento móvil en que se desplazaba con unos amigochos de parranda.
Temeroso de ser encerrado, al “periodista” —firmón de notas— todavía le salió lo prepotente. Imagínese usted: molestar a un corresponsal del diario capitalino más importante entonces, en los tiempos de Julio Scherrer.
—La charola —gritó a uno de sus socios, en el afán de apantallar a los cumplidos agentes de la ley con la credencial del poderosísimo periódico.
Bajo los mismos grados etílicos, el amigo de inmediato salió, como pudo, del destartalado vochito y corriendo se acercó a la ley: con una charola de la bebida de moderación.
El asunto era tan risible que los agentes, optaron por dejarlos en paz, para que siguieran en la jarras, mientras ellos se reían en el interior de la patrulla.
Ahora, ya presidente municipal de su pueblo, Cunduacán, Paco Sánchez no tiene la misma suerte de antes, pero el poder le ayuda. Y aunque no se le ocurre ir más lejos para sus pedas, al menos pone tierra de por medio para que sus paisanos lo vean haciendo espectáculos indecorosos. Piensa que en Paraíso o Frontera no hay ojos que todo lo ven. Ay mojo mi admirado amigo columnista Jacinto López, del Ojo Visor.
La última borrachera del edil, en Paraíso, insisto, no le fue tan bien. Me entero por este mismo periódico que le propinaron soyencas cachetadas guajaloteras, nada más para que se eduque.
Para usted, respetado lector, quizás no sea tan importante un espectáculo bochornoso como éste. Pero sí para los que tienen la mala suerte de tener un gobernante así.
Tampoco sería para mí un tema importante tal hecho, pero en realidad he estado un poco cansado para tomar asuntos más serios. Y esto me divierte.
Así, vale la pena recordar que ahora no pudieron sus amigos ni su policía defender al alcalde, que celebrando su cumpleaños en el puerto se le subieron nuevamente los humos del alcohol y le salió lo valiente y creído por lo que gritaba que para él no había hombre, digo, que él era el mejor de los políticos, el más chingón de todos los presidentes municipales…
Alguien que no le tiene miedo lo puso en su lugar con unas cachetadas guajaloteras.
El asunto no pasaría de ser un hecho de cantina si no hubiese pasado que a los pocos días se enfermó y hasta taquicardia tuvo, como me entero, lector asiduo, en este medio.
Lo serio, la parte seria, y más preocupante es otra:
Se trata que ya hasta los regidores le tienen tirria. Y no por sus borracheras o abusos de poder, sino porque está actuando como mandilón público: su esposa mete las manos en el Ayuntamiento. Y no sólo para cuestiones propias, familiares sino que ha lesionado los intereses de los regidores a los que logró le quitaran varias prerrogativas.
Dicen en Cunduacán que los miembros del Ayuntamiento se le fueron con todo al edil y le exigieron que se les devuelva sus derechos, so pena de exhibir no sólo al alcalde sino a su esposa, si no se reparan los daños económicos.
Y ¿por qué perder un espacio como éste en chismes tan comunes en esa otrora Atenas de la Chontalpa?
Porque Pancho Quela es un borracho con aspiraciones. Al igual que su compañero ocasional de parrandas, el presidente municipal de Centla, Nicolás Bellizzia Abboaf, quiere ser diputado federal. Y ya puede usted imaginarse lo que sería unos alcoholes allá en el Congreso.
Así, alguno de nuestros lectores sabrán como castigar o premiar en las urnas, el año entrante, a quienes aspiran a representarlos. Un borracho que ya pierde los estribos no es ningún buen candidato.
Claro que todavía tiene tiempo, el de Cunduacán, darse unas vacaciones en Oceánica, y el de Centla ir al psiquiátrico.
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