Transparencia090608PRENSA
TRANSPARENCIA
POLITICA
Por Erwin Macario
Equilibrio en prensa
No tengo nada en contra de ellos, pero del sistema sí, de ese sistema que invierte recursos en pseudoperiodistas que a la sombra de medios impresos y cobijados por medios nacionales usufructúan y corroen como humedad en una casa, la conciencia, la mística, la filosofía y todas las teorías que dan fuerza al periodismo que muchos ejercemos de digna forma.
Luis Manuel López Chablé/ Carta080608
En la tranquilidad del descanso, en el estado de Hidalgo, leo la carta cibernética del colega Luis Manuel López Chablé, compañero de aulas en la UACH, brillante periodista que como corresponsal de Notimex y colaborador free lance de Reuters y Telemundo, ha compartido el pie de historia que los reporteros dejamos, a veces en la hemeroteca, otras en el libro
Una parte de la misiva a los periodistas atrae mi atención. Dice Luis Manuel: “Sigo en pie y en 18 años he visto pasar a compañeros que defendieron a toda costa al PRI y ahora defienden al perredista Andrés Manuel López Obrador, peor aún a aquellos que defendieron a Roberto Madrazo y ahora son sus enemigos.
“En medio de la desgracia y las tormentas he visto pasar como saltamontes a cada uno de ellos y siempre manteniéndome al margen, pero eso sí, sin poder deshacerme del estigma perredista de haber trabajado en la Verdad del Sureste , no me duele, simplemente "ya basta".
El joven colega, entiendo, ha sufrido en carne propia ese juicio que condena todo lo que no se vista de sectarismo en la prensa, de complicidad más que de colaboración. Si bien el medio es el mensaje, tiene que entenderse que el periodista no tiene más compromiso que el de la verdad, más señor que el pueblo al que sirve.
Satanizar a un periodista por el medio en que trabaja es, en cierta forma, una represión a la prensa, conculcar la libertad de expresión. El verdadero periodista, el reportero, está obligado a informar objetivamente, sin colores partidarios. El columnista, el periodista de opinión, puede comprometer su pluma en alguna tendencia ideológica y entonces sí recibir su premio o su castigo desde el poder.
La prensa, los medios de comunicación, requieren plumas que mantengan un equilibrio y no estén al servicio de partido alguno. Duele leer voces como las del corresponsal: “Quiero decir: hace más de 18 años que ejerzo el oficio de periodista; conozco perfectamente los condicionamientos que nos ponen para atenuar o directamente diluir nuestra vocación de contar y decir las cosas como uno cree que son, aun a riesgo de equivocarse. En fin, en casi todos lados he comprobado (eso tan viejo pero siempre vigente) que una cosa es la libertad de prensa y otra la libertad de empresa. Pero lo que he vivido y a como me han tratado en los últimos tiempos superó todo… Gracias a Dios, ¡todavía tengo vergüenza! Pero lo que ya no tengo es estómago para tragarme las cosas en nombre del periodismo”.
Si bien en mis más de cuarenta años de ejercer este oficio jamás he recibido orden para golpear o alabar versallescamente desde mi columna, tengo que reconocer que no todos los colegas han tenido esa libertad tan amplia. Luis Manuel lo expresa: A estas alturas ya no puedo soportar tanto cinismo. Como cuando desde un título o una nota se insiste en que no decrece el nivel del trabajo en negro y las condiciones laborales son cada vez más precarias, siendo que en todas las redacciones de esta bella ciudad se explota de manera desvergonzada, obligándolos a hacer tareas y trabajos por encargo pisoteando quiénes tenemos el valor de defender la ética.
Si bien la distancia impide conocer más a fondos las razones de Luis Manuel, se entiende que no sólo ha enfrentado el estigma de haber escrito en un periódico calificado de perredista, sino que en ese mismo medio lo han censurado por la actitud antipartidista que lo encamina hacia un periodismo más responsable, más objetivo.
No comparto, eso sí, la práctica de los que defienden a toda costa un partido y después son defensores a ultranza de otro instituto político. El periodista, insisto, no está obligado a tener banderías. Grave es la denuncia de que hay compañeros que “defendieron a toda costa al PRI y ahora defienden al perredista Andrés Manuel López Obrador; peor aún a aquellos que defendieron a Roberto Madrazo y ahora son sus enemigos”.
Insisto, el periodista, el comunicador, del medio que sea, no tiene porque andar de defensor o verdugo de nadie. Simplemente ejercer su profesión de ayudante de la Historia. Mal hacen quienes usan los medios para defender posiciones partidistas permanentemente. Una cosa es analizar lo que pasa en determinado partido, otra ser su propagandista. Aunque también son respetables quienes actúan como voceros de algún partido: nada más que no son totalmente periodistas, prácticamente están del otro lado del mostrador.
Tampoco, por experiencia propia, comparto eso de que: “en todas las redacciones de esta bella ciudad se explota de manera desvergonzada, obligándolos a hacer tareas y trabajos por encargo pisoteando quiénes tenemos el valor de defender la ética”.
Siempre he pensado que en toda actividad existen órdenes que no se está obligado cumplir. En el mismo Ejército hay la oportunidad de que un subalterno pida por escrito una orden que considera está fuera de los lineamientos castrenses, sólo por dar un ejemplo.
Una frase de la epístola no entiendo y espero platicarla a mi regreso de las tierras de mi amigo el colega Gabriel Perales y mi nuevo amigo Martín Anaya, que anteayer entregó la dirigencia de los periodistas de la región de Tula—Tepeji del Río: “Es tanta la repugnancia que sentí por quienes posan como adalides de la libertad de expresión que me dije a mi mismo: "hasta aquí llegué".
¿Pierde el periodismo uno de los que podrá ser un gran periodista? ¿Pierde la Historia ese ayudante de campo cuyas fotografías y reportajes han recorrido el mundo?
No lo creo. Ningún escollo debe frenar a los que tienen un compromiso con el futuro, no con la visión sectarista que el tiempo derrumba.
la carta
Estimado amigo periodista:
Mis saludos más sinceros desde ésta humilde choza enclavada en la zona de Atasta, domicilio en el que ajuste 18 años de servicios en este humilde trabajo, humilde para mí, porqué para otros es una suculenta forma de vivir haciéndose pasar por "Heraldos del periodismo".
No tengo nada en contra de ellos, pero del sistema sí, de ese sistema que invierte recursos en pseudoperiodistas que a la sombra de medios impresos y cobijados por medios nacionales usufructúan y corroen como humedad en una casa, la conciencia, la mística, la filosofía y todas las teorías que dan fuerza al periodismo que muchos ejercemos de digna forma.
Desde aquí mi más enérgica protesta por aquellos periodistas empresarios que detrás de un cargo, de una redacción coartan la libertad de expresión.
A estas alturas ya no puedo soportar tanto cinismo. Como cuando desde un título o una nota se insiste en que no decrece el nivel del trabajo en negro y las condiciones laborales son cada vez más precarias, siendo que en todas las redacciones de esta bella ciudad se explota de manera desvergonzada, obligándolos a hacer tareas y trabajos por encargo pisoteando quiénes tenemos el valor de defender la ética.
La mitad de mi vida la he ejercido como Reportero Gráfico y ahora que abrí los ojos en la Lic. En periodismo, la verdad me avergüenzo y digo "basta" no se puede seguir así. Muchos pensarán que quizá lo que me mueve es que en mi vida jamás he probado el lugar privilegiado de colegas que de pobres pasaron a "pobres ricos".
No señores se equivocan, humildemente he vivido y sobrevivido a una enfermedad mortal que aqueja a mi hijo y peor aún a dos inundaciones que acabaron con mi matrimonio y mi familia, sin embargo sigo en pie y en 18 años he visto pasar a compañeros que defendieron a toda costa al PRI y ahora defienden al perredista Andrés Manuel López Obrador, peor aún a aquellos que defendieron a Roberto Madrazo y ahora son sus enemigos.
En medio de la desgracia y las tormentas he visto pasar como saltamontes a cada uno de ellos y siempre manteniéndome al márgen, pero eso sí, sin poder deshacerme del estigma perredista de haber trabajado en la "Verdad del Sureste" , no me duele, simplemente "ya basta".
Es tanta la repugnancia que sentí por quienes posan como adalides de la libertad de expresión que me dije a mi mismo: "hasta aquí llegué".
Quiero decir: hace más de 18 años que ejerzo el oficio de periodista; conozco perfectamente los condicionamientos que nos ponen para atenuar o directamente diluir nuestra vocación de contar y decir las cosas como uno cree que son, aun a riesgo de equivocarse. En fin, en casi todos lados he comprobado (eso tan viejo pero siempre vigente) que una cosa es la libertad de prensa y otra la libertad de empresa. Pero lo que he vivido y a como me han tratado en los últimos tiempos superó todo… Gracias a Dios, ¡todavía tengo vergüenza! Pero lo que ya no tengo es estómago para tragarme las cosas en nombre del periodismo.
Luis Manuel López Chablé, corresponsal de la agencia de noticias Notimex (1999), colaborador de la agencia REUTERS (1995), colaborador Free lance; Telemundo Tv (2007), actualmente curso la Lic. En Periodismo por la Universidad Autónoma de Chihuahua.
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