martes, 10 de junio de 2008

INUNDACION INTENCIONAL

REPORTAJEmacayo050608

Del Canal Samaria–Golfo
a la compuerta del Macayo


*Una obra urgente y necesaria
*Los trabajos están en marcha
*Desvió de aguas hacia el mar

Erwin Macario
ORO NEGRO

Setenta mil hectáreas se inundarán en la Chontalpa chica, en la próxima temporada de lluvia, a partir de octubre, de funcionar la compuerta El Macayo que evitaría inundaciones en Villahermosa.
La noticia, dura, revela toda una historia de olvidos, fallas y corrupciones que en 50 años convirtieron un proyecto hidráulico contra las inundaciones en un factor que las desencadena; una historia que puede acabar bien, a pesar de revivir viejos problemas como el de zonas inundables en la Chontalpa.
El peligro de que el sistema hidrológico del Alto Grijalva sea una catástrofe para Tabasco se manifestó en una de la decena de reuniones que el presidente Calderón encabezó en Villahermosa durante las inundaciones del año pasado:
—Señor director ¿cuál sería el riesgo en el caso de que se cerrará totalmente la Presa de Peñitas? — preguntó el mandatario al responsable de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que por esas cosas de la política y la técnica es la que tiene a su cargo el manejo de las presas.
—El riesgo sería catastrófico, señor presidente, sería la posible afectación total de la Presa de Peñitas y la descarga de toda esa cantidad de agua, 330 millones de metros cúbicos a la ciudad de Villahermosa. De tal suerte que por ningún motivo, y bajo ninguna circunstancia, se está tomando ese riesgo y la presa opera bajo completas condiciones de seguridad y bajo ningún motivo estamos arriesgando esa posibilidad —respondió Alfredo Elías Ayub, ese miércoles 31 de octubre del año pasado.
El presidente Calderón insistió: “Es decir, para ser claros, ¿si se cerrara totalmente el vertedor de la presa habría el riesgo de que reventara la presa, o algo así?.
—Si se cerrara totalmente el vertedor de la presa habría el riesgo de que se desbordara por arriba la presa, se empezará a llevar la presa y entonces sí pudiera llevársela totalmente —paniqueó Elías Ayub.
Peñitas siguió soltando agua; dos mil metros cúbicos por segundo. Como corolario de la preocupación presidencial se inundó Villahermosa. Cinco días después de su tesis aterrorizante, Dios le llevó las contras a Elías Ayub: la montaña se desgajó en Juan de Grijalva, municipio de Ostuacán, Chiapas y cegó —con unos 800 metros de ribera a ribera y unos 500 metros de ancho— el curso del alto Grijalva hacia Peñitas, que suspendió el desalojo de agua hasta que se abrió un canal, muchos días después, a mediados de diciembre, para dar paso a las aguas represadas entre el tapón y Mal Paso.
La abertura realizada en el tapón fue insuficiente. A principio de febrero se empezaron los trabajos para ampliarla, lo que requirió que nuevamente se cerrara Malpaso, la presa inmediata a Peñitas, abastecida por Angostura y Chicoasén.
Dos semanas antes de reabrir el canal, —amplia sdo ahora sí en busca de los 70 metros de ancho y 15 de profundidad, para dejar pasar unos un mil 500 metros cúbicos por segundo, que inicialmente fue lo programado pero esperaban que la fuerza del caudal hiciera el trabajo—, Malpaso estaba a más del cien por ciento de su capacidad de almacenaje. ¡Y las lluvias se adelantarían para abril y mayo!
Nada grave pasó, por suerte.
Desde el domingo 8 de marzo las aguas volvieron a los cauces fluviales de Tabasco una vez abierto, por segunda vez, el paso por el tapón y entonces Peñita reinició el desalojo de aguas.
El 5 de mayo, Malpaso tuvo que desfogar. “El nivel del río (Alto) Grijalva, entre la Presa Malpaso y el canal Juan de Grijalva (el tapón), incrementará dos metros”, informó Beatriz Cunjamá, de El Heraldo de Chiapas.
Mal Paso turbinaba de un mil 300 a un mil 400 metros por segundo para producir energía esos días. El lunes 5 tuvo que desfogar por vertederos.
En cuatro etapas desalojaron agua esas 24 horas, según explica la colega: las primeras seis horas, 500 metros cúbicos por vertederos y un mil 500 por turbinas; otras seis horas, mil por turbinación, mil por vertederos; otras seis horas turbinando 500 metros cúbicos por segundo y desfogando un mil 500 por vertederos; y, finalmente, dos mil metros por vertederos, sin turbinación.
El aumento de dos metros en el Alto Grijalva no afectó la planicie tabasqueña pues el agua se mantuvo en los embalses de Peñitas–Tapòn y Tapón-Malpaso.
La zona afectada, de Chiapas, en ese punto hidrográfico tampoco corrió peligro al subir dos metros su nivel, pues 33 poblados han sido evacuados desde que cayó el tapón de Juan de Grijalva.
Pero se han mantenido inundadas tierras bajas en municipios de la Olla de la Chontalpa: Por lo menos mil hectáreas de cultivos y pastizales y 15 comunidades de tres municipios (Nacajuca, Jalpa y Cunduacán), se encontraban ya inundadas por el desfogue de mil 400 metros cúbicos de agua por segundo de las presas del Alto Grijalva. Aumentar el desalojo en esta última presa agravaría el problema.
Problema pequeño: lo ahora afectado es una pequeña, pequeñísima parte de las tierras que, en ambas márgenes del río Samaria, serán inundadas intencionalmente en tiempos de lluvias, a partir de octubre, cuando se tenga que controlar, hacia el margen izquierdo, las avenidas del Mezcalapa, a la altura del Macayo. ¡70 mil hectáreas!
Estas tierras se ubican entre los dos grandes bordos construidos en el gobierno de Carlos A. Madrazo, que durante unos 50 años evitaron que las grandes avenidas provenientes del alto Grijalva causaran mayores daños a esa región, pero que con el funcionamiento de las presas se agravó paulatinamente, al no construirse las obras que regularían en la planicie tabasqueña los grandes volúmenes desalojados por Peñitas, obras de las cuales las compuertas del Macayo resultan una mínima parte, al tomar en cuenta la propuesta no atendida del Canal Samaria–Golfo, hecha por el entonces gobernador, Leandro Rovirosa Wade, hace 27 años.
Sueños de Ruiz Cortines y Rovirosa
Ya el primero de septiembre de 1953, el presidente Adolfo Ruiz Cortines, había dado esperanzas, —como las que ahora da el “Plan Hídrico” por treinta años—:
“El estado de Tabasco recibirá gran impulso al quedar liberado de las inundaciones, mediante las obras de control que se harán en el río Grijalva y con ellas la explotación intensiva de no menos de 500 mil hectáreas de tierras consideradas por los técnicos entre las más fértiles del mundo”.
En un principio, con Mal Paso y Peñitas, funcionó ese “control”, que en realidad fue más turbinación para generar energía eléctrica, que desalojos y retención de aguas programados para evitar inundaciones. Obras fueron, son, las presas, más de aprovechamiento que de defensa, más generadora de electricidad que reguladora de avenidas. Lo del 2007, la Gran Inundación, sólo fue la gran muestra del ensayo que hubo, última llamada, en octubre de 1999 en Villahermosa.
El subsecretario de Recursos Hidráulicos en la época de Ruiz Cortines (recursos hídricos, le gustaría ponerle ahora Felipe Calderón, por encima de la Real Academia de la Lengua), al hablar del comienzo de las obras en el alto Grijalva señalaba, hace 53 años, la necesidad de construir cauces de alivio en San Martín, Cárdenas y Samaria; bordos de defensa y diques permeables en las márgenes de los ríos; bordos de defensa contra los escurrimientos que produzcan las precipitaciones locales; drenajes por gravedad; cajas de entarquinamiento para elevar el nivel de los terrenos bajos que no puedan drenarse por gravedad, a semejanza de los “polders” y “kuelders” holandeses; principiar el aprovechamiento agrícola de los terrenos altos que no requieren protección especial, continuar con los que sólo necesitan bordos y drenajes y, al final, con los entarquinados.
También hablaba el ingeniero Luís Echeagaray Bablot, en abril de 1955, sobre la formación de una red fluvial de navegación que tendría 2,700 kilómetros de desarrollo y que intercomunicaría todos los afluentes del Grijalva, del Usumacinta, del Tonalá y del Coatzacoalcos, desde Ciudad del Carmen, Campeche, hasta Minatitlán, Veracruz.
Veinte años antes, en 1935, Echeagaray había presidido, siendo pasante de ingeniería, la primera Comisión de Estudios del Grijalva e hizo su tesis sobre el aprovechamiento de la cuenca de este río.
Proponía, 20 años después, ya funcionario de Recursos Hidráulicos, en el resumen de su obra La cuenca del Grijalva–Usumacinta a escala nacional y mundial, (ojo): la “construcción de pequeñas presas de almacenamiento en las corrientes de la cuenca alta (del Grijalva) para su aprovechamiento en riego y generación de energía eléctrica”. ¡Pequeñas presas!
Pero pasamos, en medio siglo, de los sueños –e inocencia “hídrica”– del presidente Ruiz Cortines y su secretario de RRHH, ingeniero Eduardo Chávez; de la experiencia técnica de Echeagaray Bablot; del proyecto de Leandro Rovirosa, (30 años después), a la realidad y la corrupción: aguas negras y más fétidas que las de la pasada inundación de Villahermosa.
La falta de memoria histórica, que los ríos no tienen, pues reconocen sus territorios, nos ubica en un Tabasco agredido física y económicamente. La Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), en su informe evaluatorio de daños señala que el costo del desastre hídrico en octubre y noviembre 2007 fue de más de 31 mil 871 millones de pesos, en daños y pérdidas.
En el estudio realizado conjuntamente con el Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred) se desglosa que de la afectación a Tabasco, 56% corresponde a daños y 44% a pérdidas; 8 mil 912 millones de pesos sufrió el campo: 28% del total de afectaciones; en comercio y servicios,10 mil 546 millones, 33% del total; en el sector vivienda, 2 mil 546 millones de pesos; las afectaciones a la infraestructura fueron por 5 mil 681 millones de pesos, representan el 18% de los daños y pérdidas; y para la atención de la emergencia por inundaciones se destinaron 547 millones de pesos.
La peor catástrofe en los últimos cien años de la historia estatal.
Esto obliga a soluciones urgentes, como las compuertas del Macayo, con “daños colaterales” que pudieron evitarse.
El Macayo, peligro necesario
Las compuertas de El Macayo, dentro de lo que se llama estructura de control del Carrizal, se programaron en los gobiernos pasados de Manuel Andrade, en Tabasco, y Vicente Fox, en el país; pero, inexplicablemente, los trabajos no fueron terminados por la constructora Diamante.
Esta irresponsabilidad fue una de las causas de la inundación de Villahermosa y gran parte de Tabasco, pues las aguas no corrieron por lo que se considera uno de los canales naturales hacia el Golfo de México, el río Samaria, sino que pasaron por Villahermosa, rumbo a Centla, Tres Brazos, el otro canal natural, pero que causa problemas a la ciudad capital. Claro que esto dio motivo a la tesis científico —presidencial— “hídrica” de los efectos de la luna impidiendo la salida al mar.
Ubicada entre el municipio tabasqueño de Huimanguillo y Reforma, Chiapas, la obra hidráulica del Macayo cerraría el paso de las aguas provenientes de la sierra chiapaneca y la Presa Peñitas, por el Mezcalapa, las desviaría hacia el Samaria evitando que lleguen a los ríos Carrizal y Grijalva, que rodean la capital de Tabasco y la hacen una isla.
Los trabajos para concluirla están ahora a cargo de las compañías Endreco y Calsa y forman parte de las acciones urgentes del llamado “Plan Hídrico Integral de Tabasco”. Otras obras de inmediata aplicación son la reconstrucción y rehabilitación de las márgenes de los ríos afectadas por la Gran Inundación de octubre y noviembre del año pasado y otros fenómenos hidrológicas; y la reparación y rehabilitación de los bordos de contención que presentaron fallas, como sucedió con los que bordean la colonia Las Gaviotas, en la margen derecha del Grijalva, frente a la capital tabasqueña, que no soportaron las aguas represadas en las lagunas El Camarón y El Zapote , hacia el aeropuerto, y al romperse inundaron esa colonia, rebasaron el Grijalva y se vaciaron sobre Villahermosa, donde la inundación alcanzó, en algunos sitios, más de tres metros de altura.
Al derivarse parte del volumen del río Mezcalapa hacia el Samaria, se originará un mayor gasto de las aguas hacia esa zona tabasqueña, rumbo al mar, lo que afectará tierras, poblaciones, instalaciones petroleras, carreteras y otras obras ubicadas en los municipios de Nacajuca, Cunduacán, Jalpa de Méndez, Paraíso y parte de Centro y Centla.
Tierras de esos tres primeros municipios han estado dentro del agua en los meses de marzo, abril y parte de mayo debido a que Peñitas ha desalojado aguas del sistema de presas del Alto Grijalva para mantenerlas bajas a la llegada de las lluvias.
Públicamente, el director de la Comisión Nacional del Agua, (Conagua), José Luis Luege Tamargo, en la firma del plan hidráulico y social tabasqueño, en un acto al que asistieron el presidente Felipe Calderón y el gobernador Andrés Granier, el 18 de abril pasado, advirtió sobre esta inundación intencional:
“La estructura de control del río Carrizal tiene un objetivo fundamental: desviar un mayor volumen al río Samaria. ¿Cuál es el objetivo de este proyecto? Precisamente, de manera deliberada, inundar una zona para prevenir inundaciones en la región de Villahermosa. Pero, si deliberadamente vamos inundar una región donde hace más de 20 años se construyeron bordos en las márgenes izquierda y derecha del río Samaria, tendríamos que atender a fondo la situación de esta zona de inundación.
“La zona de inundación del Samaria son 70 mil hectáreas, con una capacidad superior a los mil millones de metros cúbicos para recibir en las fuertes avenidas un volumen de casi cuatro mil metros cúbicos por segundo”, dijo el funcionario.
Y explicó: “En el interior de esos bordos hay carreteras, estructuras de Petróleos Mexicanos, tuberías, terraplenes, caminos y lo más difícil de atender, dos mil viviendas, muchas existían desde antes de la construcción de los bordos y otras se han ido asentando”.
El daño a la población es el más importante a atender en los tiempos de las grandes lluvias, cuando de manera intencional se tenga que inundar la Chontalpa Chica para salvar a Villahermosa.
Así lo reconoció el titular de la Conagua: “Si en el programa de control se ha determinado como zona de inundación, quizá el problema más importante será atender la situación de estas dos mil viviendas que resolveremos, estoy seguro, de la mejor manera”.
La conclusión de las obras de la estructura de control del Carrizal, El Macayo, se puso en marcha desde fines de abril pasado. ORO NEGRO estuvo esos días en la zona, donde una muralla de material encostalado atraviesa prácticamente el Mezcalapa, mientras en algunas partes del talud del río, en las poblaciones del Macayo y Naranjo, en el lado chiapaneco y lado tabasqueño, se colocan piedra para impedir que las fuertes corrientes continúen deslavando esos sitios. Estas obras se interrumpieron en 2007, igual que las compuertas.
Pudo ser la salvacion en 2007
Sobre esta obra tan importante y urgente, dentro del plan actual, en la página oficial del Gobierno de Tabasco, en el “Seguimiento inundación 2007”, en el sitio http://www.tabasco.gob.mx/minisitio_crono/vernota.php?id=2413, se dice:
“La compuerta del Macayo se debió haber terminado en el mes de mayo (2007) y pudo haber sido la salvación para el estado en este momento; Apenas nos quieren autorizar para el presupuesto del 2008 la cantidad de 360 millones de pesos, cuando estamos viendo que las pérdidas del campo será el 90% y tal vez hasta el 100%; Con los 360 millones apenas se terminaría la compuerta de Macayo…”.
Al darse a conocer el nuevo plan hidráulico se mencionaron oficialmente otras cifras, empero…
Todavía el 8 de abril, unos 20 días antes del reinicio de las obras, en El Heraldo de Tabasco, según nota de Fernando Hernández, el secretario de Asentamientos y Obras Públicas del Gobierno estatal, Héctor López Peralta, urgía la obra y denunciaba: “La Comisión Nacional del Agua no ha reiniciado las obras hidráulicas del “Macayo”, que regulará las venidas de las aguas del Alto Grijalva, lo que es preocupante porque la población de la planicie tabasqueña estará amenazada con otra inundación en octubre próximo.
Vale la pena documentar en esta revista las declaraciones de López Peralta: “La dependencia federal se había comprometido entregar concluidas las obras en mayo pasado (2007) y no cumplió; y las consecuencias son históricas, por lo que se ve muy difícil que este año logre entregar las compuertas del Macayo. “No se está trabajando, tengo la información de que todavía no han arrancado esa obra y sí existe mucha preocupación porque vamos a estar en la misma situación del año pasado. “La Conagua, el año pasado, hizo la promesa de entregar esos trabajos completamente terminados en el mes de mayo y no cumplió, porque a la empresa constructora Diamante se le canceló la obra por incumplimiento. Ahora, a como están las cosas se ve difícil que puedan concluir en el mes de octubre este importante proyecto que protegerá a Tabasco de sufrir otras inundaciones.“La compuerta “El Macayo”, es una obra hidrológica (SIC) impulsada por el ex presidente de la República, Vicente Fox y que a consideración de muchos expertos en la materia, de gobernadores, ex legisladores, funcionarios, diputados, senadores y del propio mandatario Andrés Granier Melo, pudo ser la salvación del estado de haberse terminado dentro de los plazos establecidos. “La famosa obra “El Macayo” se ubica en la cruce de los ríos Carrizal y Samaria, su función sería distribuir las aguas de la presa Peñitas en los dos ríos. Se inició su construcción en el año 2005 y de acuerdo con el proyecto, la obra debió quedar terminada en mayo del 2006, pero hasta la fecha se encuentra inconclusa. De hecho, los trabajos que están a cargo de una empresa con domicilio fiscal en Chiapas, la Constructora López, no se han retomado. “José Luis Luege Tamargo, director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en el mes de enero del presente año hizo un recorrido con las autoridades de Protección Civil y habló sobre la urgencia de terminar la compuerta para regular el cruce de agua de la presa Peñitas hacia el río Carrizal, que atraviesa Villahermosa y la planicie tabasqueña”…
Pero ya están trabajando… y preparando la inundación deliberada.
Chávez y Rovirosa ¿utópicos?
En Diario de la Tarde se dijo el pasado primero de diciembre (2007, una catástrofe profetizada): “Traer, pues, a la conciencia de Tabasco y del país un proyecto como el Canal de Navegación y Alivio Samaria Golfo de México, no es sino una necesidad para refrescar la memoria de quienes tal vez piensan que con ellos, y las inundaciones, nace Tabasco”.
Y es que Don Leandro, constructor de la primera obra reguladora en el Grijalva, la Presa de Malpaso, no pasaba por alto la advertencia de Eduardo Chávez, al través de Echeagaray: “la correcta planeación del proyecto requiere la construcción, por lo menos, de una presa reguladora en la parte alta de la cuenca, y de obras de encauzamiento en la parte baja. La presa y las obras de defensa forman un todo inseparable. Cualquiera de estas dos empresas realizadas aisladamente conducirían a un error técnico y económico”.
El Canal Samaria era, pues, una de las obras que el experto en hidráulica Leandro Rovirosa proponía como encauzamiento de los caudales que empezó a regular Malpaso…Y, después, Peñitas, que siete meses antes del estudio de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, es decir, en octubre de 1952, tuvo un aforo de 6 167 metros cúbicos por segundo. Tres veces más que en octubre y noviembre del año pasado, que Villahermosa se inundó.
Esa vez, en 1952, Peñitas, —que inicia el cono de deyección del Grijalva hacia la planicie tabasqueña; como Boca del Cerro, en el municipio de Tenosique, lo principia en el Usumacinta—, tuvo su gasto máximo histórico y Villahermosa se inundó ¡menos que el año pasado!
¿Los motivos? Todavía no habían presas que “regularan” las grandes avenidas, pero tampoco estaban cegados sus vasos reguladores en Villahermosa, ni azolvado el Mezcalapa —nombre que el Grijalva mantiene desde la hoy presa Peñitas y recupera el suyo al llegar a Villahermosa, para conservarlo hasta la desembocadura, en Tres Brazos, por los Pantanos de Centla— y el Carrizal; ni había un embalse en las lagunas Camarón y El Zapote, rumbo a donde ahora es el aeropuerto, ni…
En 1952 la lámina de agua en la calle Juárez fue de sólo 30 centímetros. En el 2007 hubo zonas donde el agua rebasó los tres metros.
Claro que también hubo otras diferencias oficialmente declaradas: la creciente del último año del gobernador Francisco J. Santamaría “a pesar de ser de las extraordinarias de menor proporción, causó la muerte de once personas, pérdidas materiales por valor de unos cien millones de pesos y daños morales incalculables”. La del año pasado, oficialmente, no causó ningún deceso y los daños, avalados por la CEPAL, ascienden a ¡31 mil 871 millones de pesos!
¿Y El Macayo, apá?
En la reunión del 31 de octubre del 2007, víspera “hídrica” de Villahermosa, Elías Ayub dijo al presidente Calderón: “En primer término quisiera yo comentar que llegamos al día 21 de octubre con las presas por debajo de los niveles que debían de estar, con márgenes de seguridad adecuados; tenemos más de cuatro metros adicionales de margen de seguridad en Malpaso y que fueron estas precipitaciones extraordinarias a las que hacia referencia la Comisión Nacional del Agua, las más altas”,
Y mintió: “Realmente, es el cuarto octubre más alto de los últimos 55 años el que ha generado este problema; dentro del cuarto octubre más alto, los últimos 10 días de octubre han sido los 10 días más altos de los últimos 55 años. A la Presa de Peñitas llegó un momento que entraron cinco mil metros cúbicos por segundo que es 100 veces lo que consume el Distrito Federal de agua nada más para dar una referencia”.
Mentiras. Precisamente 55 años antes, en 1952, la boquilla de Peñitas, sin presa, dejó pasar, ya se dijo, 6 167 metros cúbicos por segundo. Y la creciente fue menor que ahora que, oficialmente, dicen llegaron a Peñitas cinco mil metros cúbicos por segundo y únicamente desfogaron dos mil metros cúbicos por segundo.
Pero también esto dijo el director de la CFE un día antes que Villahermosa estuviera a pique: “Actualmente podemos también agregar que las presas cumplieron con su función de protección en gran medida y que de toda esta agua retuvieron mil 500 millones de metros cúbicos se retuvieron entre el Malpaso y Peñitas, que es una cantidad importantísima de agua. Hubo que operar dentro de los límites de seguridad recomendables, Peñitas no se podían tomar riesgos en la operación de Peñitas y de ahí que se acordó la extracción que se mencionaba de dos mil metros cúbicos por segundo”.
Y sin embargo, la capital de Tabasco quedó bajo las aguas. Y no tan limpias como las de 1952, o las de 1944, 1932 (cuando en la calle Juárez la inundación rebasó el metro, al igual que en 1927, o en 1918 que en las calles Juárez y Zaragoza el nivel del agua fue de quince centímetros más abajo que en 1952 pero en Lerdo y Saenz rebasó esa cifra en 70 centímetros, según RRHH.
¿Y…? dirán los técnicos de CFE y Conagua.
Que lo del año pasado, en Villahermosa, no hubiera pasado si la corrupción no hubiese suspendido la obra de El Macayo, una de las que surge como necesaria y urgente después del niño ahogado. Es un mero decir eso del niño ahogado.
Ante los desalojos de aguas ”controlados”, hay que recordar que ya en 1953, —cuando gobernaba Tabasco Manuel Bartlet Bautista—, Recursos Hidráulicos sustentaba: “En esta corriente aún construidas las presas de almacenamiento para control de las avenidas de aguas arriba de Peñitas, seguramente serán necesarias las obras de defensa en la cuenca baja, como bordos, cauces de alivio, cortes o rectificaciones, etcétera, para evitar inundaciones y conservar la navegabilidad del cauce principal, pero estas obras se harán después de que se haya construido la presa reguladora”.
Malpaso se construyó. Angostura, Chicoasén, Peñitas. Pero no todas las obras de defensa necesarias en la parte baja, en la planicie, en el delta. El cauce de alivio Samaria. Por eso es importante El Macayo, aunque inunde 70 mil hectáreas en varios municipios. Más tierras, tal vez, que las que anegaría el proyecto rovirosista del Samaria–Golfo y que fueron la causa, junto con los argumentos ecológicos, para que la obra se impidiera por considerarla faraónica.
Las circunstancias cambian
El 21 de agosto de 1980, documenté, en Diario de Tabasco, que voces locales y en los medios nacionales se oponían al proyecto hidráulico que el gobernador Rovirosa rescataba del presidente Ruiz Cortines, Chávez y Echeagaray y que, incluso, dicho proyecto hidráulico para controlar las aguas hacia el mar se había congelado cuando él era titular de la SARH, porque afectaba una extensa zona cacaotera de Tabasco.
Ya desde entonces las condiciones habían variado y el gobierno tabasqueño de Rovirosa contaba con una amplia respuesta económica a raíz del boom petrolero.
Las primeras tierras que sufren los efectos del de-salojo de agua no están ya dedicadas, como entonces, a cultivos como el cacao. La mayoría se han dedicado a la ganadería y un poco al cultivo del maíz.
Las cifras oficiales son claras. Son pastizales: 104 mil 027 hectáreas en el municipio de Centro; 48 mil 486 hectáreas en Centla, 31 mil 614 en Cunduacán, 28 mil 377 en Nacajuca y 23 mil 026 hectáreas en Jalpa.
¿Cuántas de estas se localizan en las 70 mil hectáreas que serán inundadas? Hasta la fecha se guarda hermetismo.
Unos datos pueden dar una idea de lo que sucederá en la ganadería: según el boletín 0856 del Gobierno de Tabasco, del 7 de mayo, “los apoyos de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Forestal y Pesca (Sedafop) a las comunidades de Nacajuca afectadas por la creciente de los cuerpos de agua… (fueron de) 299 toneladas de alimentos balanceados para 14 mil 800 cabezas de ganado en 26 comunidades, a las que se adicionaron 30 toneladas de maíz, a razón de diez kilos para cada una de las tres mil familias beneficiadas”.
También pagó Sedafop, según declaraciones de José Carlos Ocaña Becerra, titular de esa dependencia, cuatro millones 556 mil 950 pesos a más de mil 194 productores, con lo que se cubren once mil 992 cabezas de ganado en la zona afectada de Nacajuca, en tanto que en Centro y Jalpa de Méndez se otorgaron apoyos por 620 mil pesos a casi 50 productores pecuarios, de acuerdo a la información oficial.
Esto sólo en las áreas afectadas ahora. Una mínima parte del daño que vendrá en octubre,
En las rancherías Zapote, Arena, Guatacalca y Arroyo se entregaron este martes (6 de mayo) cerca de mil 500 despensas para las familias afectadas, como parte de una iniciativa efectuada en coordinación con la Dirección de Protección Civil, se informó.
Respecto a los sembradíos de maíz, que por cierto no se hacen en los meses de lluvias, los datos oficiales indican que en los cinco municipios sólo hay una superficie sembrada de 3 mil 439 hectáreas y los productores del grano son 3 mil 228 campesinos, lo que deja ver el abandono de este cultivo.
Los habitantes de los municipios que tendrás parte de su territorio inundado, esperan la información oficial que sólo ha sido de la movilización de dos mil viviendas, que anunció el director de Conagua.
Empero, el propio gobernador de Tabasco, Andrés Granier Melo, denunció, el viernes 9 de mayo, que ninguna dependencia federal se hace responsable de la segunda emergencia que se vive en esas zonas bajas por el desfogue de las presas.
“Hay una gran afectación, hay involucrados más de 40 mil tabasqueños, más de 23 mil hectáreas, 12 mil cabezas de ganado y vastas zonas de producción de maíz, frijol y otros productos”, dijo el mandatario.
El martes 27 mayo , el Gobierno de Tabasco presentó a la Secretaría de Gobernación declaratoria de un nuevo estado de emergencia: más de 25 mil hectáreas inundadas en Nacajuca, Jalpa, Centla y Centro.
¿Qué pasará cuando sean 70 mil hectáreas las afectadas? ¿A dónde movilizarán el ganado? ¿Dónde las dos mil familias que dice Conagua afectará el desvió de aguas por las compuertas El Macayo?

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