Tp260218 Sucesión RUMBO NUEVO
TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Erwin Macario
Off the record (I)
Aunque otros ponen en duda que
realmente los medios sean un poder.
Es más fácil que se admita que son
“el perro guardián del poder” , un
contrapoder, el vigilante de los otros
poderes, especialmente de los políticos.
José Apezarena/ Periodismo al oído.
En los tiempos del gobernador Leandro Rovirosa Wade, este reportero y columnista emprendió una especie de periodismo confidencial, de periodismo al oído, con unas diez hojas a máquina de escribir, copiadas y reproducidas en mimeógrafo y distribuidas entre funcionarios y políticos. Era una síntesis y análisis de la prensa de esos días, con mi opinión personal.
De aquello sólo queda la añoranza y el orgullo de que en ese trabajo periodístico se formó Audelino Macario, el menor de la casta, que después tomó los caminos de la mercadotecnia política, el marketing político, la ciberpolítica, que algún día será necesario abordar en este espacio.
Muchas campañas han pasado bajo el puente de la comunicación, desde entonces. La síntesis y análisis de entonces no era nuevo, por cierto. Ya desde antes, y principalmente en el gobierno de Mario Trujillo, circulaban lo que alguien de mala leche llamó “hojas rosas”, unas cuatro páginas de ese color que llenaba de información, rumores y chismes políticos el periodista Carlos Montaño, célebre por tomar cientos de fotografías —en tiempos del rollo fotográfico— que, como ahora pasa con el tal Iván, nadie nunca vio.
Las nuestras, las mías y las de Audelino, mi ayudante y cobrador, esas diez hojas mimeografiadas —entonces, los tiempos de la prensa caliente, lo máximo de la tecnología informativa— sirvieron un tiempo y el mimeógrafo, por cierto, lo dí prestado y sirvió para la naciente propaganda de izquierda de Andrés Manuel López Obrador y Nabor Cornelio, vecinos del columnista y su flamante empresa Servicios Informativos de Tabasco (SIT), en las calles J.N. Rovirosa y Nicolás Bravo. El polígrafo me lo devolvió Nabor y lo llevé al PRI para apoyar a mi amigo Manuel Llergo. A la sazón dirigente de ese partido… y se perdió.
Toda esta saudedad me llega ahora que ese brote de periodismo confidencial se ha convertido, por un lado, en un gran negocio justificante del llamado chayo, con decenas de fabricantes de información, supuestamente privilegiada, ya no en papel sino en las redes —en su mayoría síntesis y recortes, poco análisis de la información, mayoritariamente usando las columnas periodísticas, resaltando algunas y ocultando otras—; y, por otro lado, en un motivo de reunión en algunas mesas de periodistas —con advenedizos colados— y otras mesas plurales pero con presencia de periodistas.
Allí desfilan, entre los reflectores y a veces el silencio y la penumbra periodística, los principales actores políticos. Hombres y mujeres. A veces —y esto es el leitmotiv de estas entregas periodísticas— esa confidencialidad se pierde por malas interpretaciones, por querer ser más papistas que el Papa. Lo acabo de leer en la red donde un columnista subió supuestas afirmaciones de la candidata del PRI a la gubernatura de Tabasco —todavía no registrada electoralmente— Gina Trujillo.
El asunto, no grave, por cierto y por suerte, da pie para tejer en esto del periodismo confidencial, que debe, entre otras cosas, dar lugar a información no publicable, a veces porque no se puede revelar la fuente o porque el dato no se ha comprobado, so pena de caer en el chisme, el rumor o la frivolidad política de que ya Roberto Madrazo acusó a cierto sector de la prensa que en su tiempo usó, como aquella premonición de Arturo Núñez de que un día esa prensa comería en sus manos. No lo dijo así pero podía interpretarse sin que demos fuerza a eso del baile Peraltista y las croquetas, o lo que hoy se inserta en el epígrafe de esta columna en alusión a la forma que la prensa vigila a otros poderes y actúa, a veces, como contra poder o cancerbera del poder. Perro guardián del poder, diría Apezarena, en Periodismo al oído, que, con mayor elegancia, Paul Nizan llamó guardianes ideológicos del “orden establecido”.
El tema sirve para ir soltándonos digitalmente para evitar, hasta donde sea posible, el posible alineamiento periodístico en esta sucesión del 2018. Por lo que vale la pena confesar que esa ruptura a la confianza, a lo que debe ser confidencialidad, no sólo ya tumbó a un candidato al gobierno sino que arrebató el poder al entonces poderoso partido en Tabasco.
Se los cuento, confidencialmente: En una de esas mesas, un periodista contó a otro periodista extramesa —éste, traidor; y llevador de chismes—, lo que el gobernador Andrés Granier había dicho del entonces su delfín, el doctor Luis Felipe Graham. El intrigante puso de su cosecha a las palabras del mandatario, a lo que se volvió infidencia. El fuerte aspirante reclamó al gobernador... y perdió la candidatura, que recayó en Jesús Alí, a la postre perdedor ante Arturo Núñez y el PRD. El confiado miembro de esa mesa se retiró, apenado por lo que “su amigo” había provocado. Granier siguió llegando a esa mesa que, con la salida del infidente, mantuvo la credibilidad y confianza. Hasta hoy es la mesa más confiable. (Continuará)
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