lunes, 7 de mayo de 2018

Candidatos y consejos

Tp200418 Sucesión RUMBO NUEVO

Erwin Macario














Eres un asesor, un mediador, un secretario
(que viene de secreto). No puedes usar en
vano la voz del césar. Tú eres su major domus.
El remolcador no puede ser el que dirija el portaaviones.
Carlos Aragonés/ Los secretos de La Moncloa,
el gran centro de poder en España

Quizá este columnista vuela más alto que el lagarto aquel que decía un gobernador. Por ahí se quedaron algunas cuartillas de la alternancia y la transición democrática en Tabasco. Tiempos y circunstancias. Pero de nuevo la comparación, tal vez excesiva, regresa al escritorio ahora que seis políticos andan en campaña. Todos necesitan asesores. Y parece no los tienen. O no les importa.
Pensarlo me retorna a El año mágico de Adolfo Suárez, un libro que consigna cómo se dio la transición del franquismo a una monarquía presidencial. En sus páginas encuentro algo que parece hace falta en muchos políticos. La humildad de entender que no son todólogos.
En la Moncloa —que parió al presidente Adolfo Suárez, con la previsión de Franco y del Rey Juan Carlos, y después fue su fuerza— se mantiene el poder político español, según reportaje del diario El País, que nos regaló hace unos días el colega José Luis Gutiérrez: Los secretos de La Moncloa, el gran centro de poder en España, escrito por Jesús Rodríguez, colega que, es otra historia, reveló al mundo la existencia de esposa e hija del padre Maciel, refugiado en Cotija, Michoacán.
.La Moncloa, dice el cotidiano español, “en 1977 experimentó una inusitada metamorfosis. Y se convirtió en laboratorio de ideas. Desde entonces alberga al equipo de asesoramiento del presidente del Gobierno. Su ingesta diaria de neuronas. Sus guardaespaldas intelectuales”.
En ese palacio, sede de la Presidencia del Gobierno de España, residencia oficial del presidente del Gobierno y su familia, los principales funcionarios y asesores de Rajoy “son la bisagra. Los ojos, oídos, la voz sin sordina y, llegado el caso, el puño de hierro del jefe del Ejecutivo. Los analistas que tienen que advertirle de los riesgos al final de cada curva política; interpretar su pensamiento y componerle discursos memorables; diseñar respuestas y réplicas y contrarréplicas rápidas, mordaces y fundadas (Rajoy es un obseso de la trazabilidad de cada dato que le proporcionan) para sus citas parlamentarias; convertirle en un líder indiscutible en el show del estado de la nación”.
Es posible que algunos de los que andan, en Tabasco, en busca de la gubernatura, no consideran que la campaña es parte del aprendizaje y por ello prescinden de gente que les puede auxiliar no sólo al show que realmente es la política electoral, sino ya en el ejercicio del poder, para no perderse en “la curva de aprendizaje”. La experiencia, está demostrado, no puede tirarse a la basura.
La gente del presidente, allá en España —y así debían ser los cercanos a los candidatos, acá en Tabasco—  sirven para “gestionar las crisis y analizar las encuestas; manejar las delicadas relaciones con la Corona (todos los discursos del Rey, incluido el de Navidad, son leídos, retocados y visados desde Moncloa, donde también se valora la oportunidad de sus viajes y se prepara el guion de los encuentros de cada lunes entre Felipe VI y Rajoy)”. Aquí, metafóricamente, para algunos no tan soberbios, la figura del rey la encarnaría Arturo Núñez Jiménez. Yo no he visto, a lo largo de mis 50 años de periodista, que llegue a gobernador alguien enfrentado al mandatario saliente.
Claro que todo asesor, toda gente del equipo de un político, según el director de Gabinete de José María Aznar, entre 1996 y 2004, debe actuar “sin olvidar cuál es tu lugar. Eres un asesor, un mediador, un secretario (que viene de secreto). No puedes usar en vano la voz del césar. Tú eres su major domus. El remolcador no puede ser el que dirija el portaaviones”. reflexiona Carlos Aragonés, director del Gabinete de José María Aznar entre 1996 y 2004.
En fin, el lagarto vuela, pero muy bajito, casi a ras de suelo. Y en las campañas políticas se ve más la fuerza de los cuartos de guerra que el asesoramiento para el desempeño público de los candidatos. Errores en los itinerarios de campaña, son de kínder. Carecer de un buen manejo de prensa, con boletineros hechos para el halago, más que para informar, es de políticos que piensan que no cuenta la opinión pública. Ofender con declaraciones y actitudes a los periodistas, es soberbia que miden los electores.
Asesores y comunicadores son imprescindibles. Aunque hay quienes defenestran a los periodistas por su relaciones —temporales— con uno u otro gobierno, con uno u otro partido político o por sus amistades con algunos políticos. La rivalidad es entre estos y no se puede, ni debe, etiquetarse a ningún informador o comunicador.
“El pasado no me ata”, dijo Torcuato Fernández Miranda al ser confirmado como presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, durante la transición española. También dijo “ser fiel a lo que el pasado me ha condicionado”.
Prescindir de consejos puede llevar al fracaso a más de uno de los seis candidatos a gobernador en esta sucesión del 2018.
Me quedo con esta reflexión del reportaje. Gracias José Luis: No te puedes saltar los rangos. No decides: asistes y aconsejas. No puedes tener una agenda propia. Si quieres poder real tienes que aspirar a un ministerio, no a trabajar en Moncloa. El Gabinete no tiene poder, sino influencia.

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