Recuento obligado261208
Añoranzas y sueños
Por Erwin Macario
Días de reflexión los que transcurren, un alto en el camino, mirar introspectivo sin miedo a perpetuarse en sal, aún a riesgo de olvidar, momentáneamente, el aquí y el ahora; también con un ejercicio prospectivo.
Agregar a la memoria reciente el recuerdo de haber recibido, en mayo 2008, el Premio México en Periodismo, en el género de crónica, que de periodista a periodista otorga la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos (Fapermex); contar con la amistad sincera y el reconocimiento de colegas estatales que dan espacio a mis textos periodísticos o la oportunidad a sentarme en sus mesas, son introspecciones obligadas que dan fuerza a los pasos en este quehacer.
Agradecer, asimismo, esos espacios de libertad que en Tabasco ofrecen periódicos como los diarios El Heraldo, Rumbo Nuevo, Diario de la Tarde y otros medios tabasqueños como Oro Negro, Razones, Jaguar, Papiro, Zeta, Vanguardia, Shishito, La Balanza y La Voz del Puerto, así como el programa noticioso Telerreportaje, único en su género en todo el país, y los sitios cibernéticos Razones, de Coahuila y Todoteotihuacan, de Puebla, que han sido generosos con mi ejercicio periodístico.
En ello va, claro, mi agradecimiento para José del Carmen Chablé, Jorge Alberto Javier Quero, José Antonio Calcáneo, Miguel Avendaño, Enrique Muñoz González, Emery Hernández Marín, René Alberto López, José Luis Cortés Moreno, Pancho Gómez, Asdrubaldi y Lester Alberto Wilson Sánchez, en la prensa escrita. Y para Jesús Sibilla Oropeza, gran comunicador, gran amigo, en la radio tabasqueña; Nancy Azpilcueta y Daniel Espinosa, en sus sitios de Internet. Y para Irma Hernández, que me publica en Guanajuato. Asì como para María Elena Zentella y Leonel Magaña, que me dejan opinar en la radio, en su programa noticioso.
Para Homero Calderón, excelente columnista y no menos amigo; Gabriela Gutiérrez Lomasto, la cronista de Villahermosa, de inspirada prosa y valiente actitud, y para Francisco Peralta Burelo, periodista de acuciosa y pulcra pluma, la gratitud por la silla en sus reuniones los martes, jueves y domingos, en las que al calor de la amistad y el respeto mutuo se recompone nuestro mundo.
Pasado reciente, recuento de un año y un poco más que tienen antecedentes en las manos amigas que desde hace más de 40 años se han tendido en mi sendero de la comunicación, desde que Jorge Calles Broca, en Presente, me dio la oportunidad de volverme adicto al través de la tinta y el papel, olores que recreo en mi memoria y superviven como el génesis, como el acto iniciático en el que, en el taller y como corrector de pruebas, di mis primeros pasos hacia la luz informativa.
En otras ocasiones han servido mis textos para dejar constancia de los periodistas a los que tengo que agradecer mi permanencia en el medio. Esta vez sea este recuento un homenaje a don Florentino Hernández Bautista, al que sólo la enfermedad ha retirado del ejercicio periodístico que lo ubica en la historia tabasqueña, junto a su otrora Rumbo Nuevo, en estos finales del 2008, como el decano de la prensa, sitio en el que sustituyó a Trinidad Malpica y su Hijo del Garabato.
Para todos mis compañeros de viaje periodístico, para los de la mesa de los viernes, casi una fraternidad secreta; para quienes son mis condiscípulos ahora que busco la toga y el birrete de la Universidad Autónoma de Chihuahua, viejos y jóvenes, que el camino de la inteligencia no pone edades a los viajeros, mis deseos de bienestar y un buen año.
Los sueños siguen: Libros que rescaten del cementerio de las hemerotecas algunos textos, propios y ajenos; más y mejores textos, en más medios; tal vez volver a ser parte de alguna asociación periodística, siempre agradeciendo a quienes en ellas han sido generosos en su trato conmigo.
Así, y en más, Dios me ayude.
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