NO SON LO MISMO
Tp161020 Inundación RUMBO NUEVO y VÉRTICETRANSPARENCIA
POLÍTICA
Erwin Macario
El 2007 y el 2020
Indudablemente se requieren
Acciones necesarias en el
corto
plazo frente… a fin de tener
opciones
y… evitar una nueva catástrofe.
Cenapred/ mayo
2008
La inundación de hace unos
días, que el gobierno de Morena considera dejó 600 mil damnificados en Tabasco,
fue una “güishada” en comparación con la del 2007, cuando se inundó el 62 por
ciento de esta entidad federativa y el propio centro de Villahermosa. Pero a
los de la Cuarta Transformación, esta vez, el agua les llegó hasta el cuello.
Si hace 13 años la gran
inundación sacó a flote la corrupción en las obras hidráulicas para prevenir
inundaciones y en el manejo de las presas hidroeléctricas del llamado Alto
Grijalva, así como exhibió a los malos tabasqueños que, como Arturo Núñez, se
opusieron a la construcción del Dren Samaria-Golfo de México, que hubiera
evitado el desastre 2007, ahora de los albañales surdió, junto a los
excrementos, la ineficiencia y la corrupción, como males más dañinos que las crecientes.
En las horas que Villahermosa
se iba a pique, en 2007, no sólo sabíamos que era la peor catástrofe en 50 años
—“semejante a Nueva Orleans” con Katrina, llegó a decir el colega Rene Alberto
López, en La Jornada—, pero el gobernador Andrés Granier, dentro el agua, sólo
cuantificó 500 mil damnificados.
“La capital es como una olla,
como Nueva Orleáns (devastada por las inundaciones que provocó el huracán
Katrina en agosto de 2005). Estamos debajo de los niveles de los ríos”,
consideró el gobernador de Tabasco, Andrés Granier Melo, en declaraciones al
noticiero de Joaquín López Dóriga, en Radio Fórmula, se escribió para la
historia.
Granier manejó con
responsabilidad las primeras cifras. Cuando las aguas bajaron, un estudio de
Cenapred, de Mayo de 2008, “Tabasco: características e impacto socioeconómico
de las inundaciones provocadas a finales de octubre y a comienzos de noviembre
de 2007 por el frente frío número 4”, revelaría: El fenómeno fue de tal
magnitud que se estima que en su momento más álgido estaba cubierto de agua el
62% de la superficie estatal el afectó a cerca de 1,500 localidades (90% de las
cuales rurales), dejó a casi 1.5 millones de damnificados (75% de la población
del estado), casi 6,500 kilómetros de carreteras y caminos afectados (73% de la
red del estado) y 132 puentes, 570 mil hectáreas agrícolas siniestradas, 123
mil viviendas con afectaciones.
Mucha agua ha corrido desde
entonces. También mucha tinta ha pasado bajo el puente de la historia. Mucho he
escrito sobre las inundaciones y sólo se regresa a esas historias en estos
tiempos de turbiedad política.
Ahora, con menos afectaciones,
aflora la ineptitud de quienes le fallan al presidente Andrés Manuel López
Obrador y al gobernador Adán Augusto López Hernández, y los embarcan en frágiles
cayucos en las aguas de la historia.
Ineficiencia y corrupción
emergen de las turbiedades. En 2007 no hubo ninguna protesta de parte de los
afectados por las crecientes de los ríos. Ahora se cierran carreteras porque
los “servidores de la nación” y sus jefes inmediatos han manoseado la entrega
de ayuda que el gobierno federal ha acordado, ya no dentro del Fonden —como
cuando Granier— sino en las manos de quienes AMLO confía y que ya están
marcados sino por corrupción sí por ineficientes.
Las “benditas redes” y parte
de la prensa responsable ha dado cuenta de cómo las buenas intenciones empiedran
el camino de Morena hacia el 21 y a la sucesión del 2024. Los vales se dan
selectivamente, se pide moche y se entrega a quienes no fueron afectados. Una
corrupción en que ha caído el gobierno de Morena, denunciado hasta por su
propia gente, como lo hizo la alcaldesa de Cunduacán, Nidia Naranjo.
El mensajero de AMLO, su amigo
elevado al rango de “cardenal” del gobierno federal, en la Secretaría de
Bienestar, Javier May Rodríguez, ha corrompido el mensaje y provocado el caos y
la protesta social en Tabasco, que parece crecerá más para dar la bienvenida al
presidente el próximo domingo 18 que viene a la Presa Peñitas.
Palo para su cabeza, pues le
hace agua la embarcación hacia el 2024, que ya se veía como el candidato de
Morena a la gubernatura de Tabasco. Y es que convertir el apoyo a damnificados
en una compra adelantada de votos ha sido una catástrofe peor que la inundación
del 2007.
Aquella vez, Granier no estaba
en tiempo electoral, Puede ser la diferencia. Aunque los analistas pueden
encontrar muchas entre lo que pasó entonces y lo que ha pasado en este gobierno
en el que AMLO ha pedido no mentir, no robar, no fallar.
Una pequeña inundación ha
hecho emerger lo que realmente tienen de fuerza política, de tablas, muchos
actores de la 4T, llegados al nuevo principado como tropas ajenas, de antiguos príncipes
—válgaseme la alusión a Maquiavelo— capaces de traicionar el proyecto de nación
de la 4T.
Un ejemplo es el diputado
Rafael
Elías Sánchez Cabrales, quien queriendo sacar las vacas de las aguas —no saben
nadar, aunque el piloto Suárez diga lo contrario—, afirmó que no se estaba politizando
la ayuda a damnificados, pues se hacía sin intermediarios ni partidos políticos
y que a medida que esta entrega avance se podrán localizar puntos de fallas.
Bien, pero en su afán de
apuntarse para el 21 y el 24, comete el gran error de aumentar más las cifras
de los tabasqueños afectados por estas “inundaciones”: Creo que el cálculo de las
600 mil familias afectadas es un cálculo bastante apegado a la realidad y el
gobierno federal le va dar atención a todas esas familias —espetó.
No. No tanto. 600 mil familias
representarían unos 3 millones de afectados. No, diputado.
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