LA FUERZA DE UN CARGO
TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Erwin Macario
Aspirantes al Centro
El Ayuntamiento de Centro es,
un escalón movedizo. Sólo dos,
al menos del garridismo a la
fecha, han sido gobernadores.
TP/ Rumbo Nuevo
110716
En los tiempos del PRI, en
Tabasco la humildad era un lastre para escalar en la política. El no apegarse
al principio de Peter, y la soberbia —utilizada con osadía que, a veces, rayaba
en insolencia— funcionó a muchos.
Y así podría ser ahora con la
ola transformista de Andrés Manuel López Obrador, si no se actúa en demérito de
las posiciones privilegiadas que dan los cargos administrativos o los puestos
de elección popular, como parece sucederá.
Con el PRI había una escala en
el ascenso al poder, aunque la rompió, en 2000 —hay que admitirlo—, el
gobernador Roberto Madrazo al hacer a un lado a Humberto Mayans y Arturo Núñez
e imponer la candidatura de quien era solamente un diputado local, encumbrado
al liderazgo del Congreso local, Manuel Andrade Díaz. Tanto Madrazo como el PRI
lo pagaron caro.
Se decía a nivel nacional, que
para ser Papa se tenía que ser cardenal. Madrazo Pintado violó la regla con
Andrade y propicio que Enrique Priego Oropeza fuera gobernador por un año al
complicarse la sucesión y ser anulada la elección que había ganado Manuel
Andrade y que volvió a ganarle al tres veces perdedor por el PRD, César Raúl
Ojeda Zubieta., a quien algunos ilusos mencionan todavía para los comicios del
21.
Aunque sólo el priista Andrés
Granier Melo ha podido ser gobernador después de ser alcalde —Manuel Gurría
Ordoñez rindió protesta del cargo y el mismo día renunció a la presidencia de
Centro y después fue gobernador sustituto cuando se traicionó a Salvador Neme—,
el Ayuntamiento de la capital viste a los políticos y los hace soñar con la
gubernatura.
Sin embargo, es la Secretaría
de Gobierno el cardenalato más óptimo para la mitra gubernamental. Esto no
quiere decir que la alcaldía de la capital de Tabasco no sea un hueso bueno
ahora que tiene carnita para los que se dicen de la izquierda.
La jettatura que mucho tiempo
ha marcado al municipio de Centro en las aspiraciones políticas no ha
importado. Ya ven que, en total insolencia a quienes le perdonaron sus antiguos
latrocinios, Evaristo Hernández Cruz insiste en preparar su camino para buscar
de nuevo ser candidato, ahora por Morena, a gobernador en 2024. Y quiere dejar
como sucesor a un achichincle.
Nada más que tanto el López
presidente nacional como el López gobernador piensan diferente. Ya se ha hecho
circular oficiosamente una lista de los que serían los aspirantes a candidatos
a Centro: Carlos Manuel Merino Campos, ligado casi servilmente al gobernador
Adán Augusto, de quien ha sido suplente hasta en el Senado; Manuel Rodríguez
González, impulsado por la contra interna; Mario Llergo Latournerie, quien por
el apellido ladra su derecho político y se ha creído lo que bien ha dicho el
periodista Ausencio Díaz: “De casta le viene al galgo”; José Antonio de la Vega
Asmitia, el que más partidos políticos ha disfrutado.
Enlistan también en la posible
tarjeta a Mayra Elena Jacobo Priego, una de las mujeres a las que ha encumbrado
la 4T y, como a los papagayos, le dan guiña y vuelta y capirucha, con tan mala
suerte que la ligan a la corrupción en la UJAT.
Y en sexto lugar enlistan a
quien sería más importante que el encargado de los programas de asistencia pro
electoral, que el diputado palero de la política energética, al muerde mano y
al propio pluripartidista, si se tiene en cuenta que es el que ha manejado la
política interna del gobierno de Adán Augusto López, Marcos Rosendo Medina
Filigrana, el segundo hombre en el gobierno.
Que a la lista filtrada se le
agregue el nombre de César Raúl Ojeda no sólo es desacato al que manda, sino
estolidez.
Quizá con humildad,
comedimiento político, pero también con posible fingimiento de timidez o recato,
el de Jalpa espera la decisión del partido al que ha llegado, como el gober
López y el presi López, tras haber aprendido en el PRI a doblarse y ser
aplastado o a pedir más para que le den lo menos.
Esta entrega sólo comentaré
que de no hacerse candidato a diputado federal a Marco Rosendo —lo de la
alcaldía de Centro es una distracción—, y al proponerlo a la presidencia
municipal de Jalpa de Méndez, no sería sino una prueba de que la 4T desvaloriza
sus propias posiciones políticas.
Eso no se le hace ni al peor
de los compadres. Sería mejor ponerle un puesto de butifarras en el Estadio
Olímpico, ahí en el local donde corrieron al atleta paralímpico Daniel Jiménez
Bertruy para remodelar con la llegada del futbol de los Pumas.
Tan la humildad no es buena ni
en Morena, que Leonel Serrato Sánchez, quien en el 2018 perdió por mucho la
alcaldía de San Luis Potosí (quedó en tercer lugar) a pesar del fenómeno AMLO,
ahora lo manejan como posible candidato a esa presidencia otra vez, y les ha
dicho: “No me gustaría ser candidato a alcalde. La institución del Ayuntamiento
está mocha desde el punto de vista orgánico, institucional, pero también
político. Para que funcione, necesitamos que un demócrata fuera gobernador del
estado”.
Y, de frente, quiere y busca
ser candidato a gobernador.
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