Crónica090710CULTURA
(Para Diario de la Tarde)
La rosa que cae
Lectura en voz alta hubo ayer
en homenaje a Alí Chumacero
Por Erwin Macario
Mi concepción estética, si pudiera llamarla así,
sería la de la rosa que cae (‘A una rosa inmersa’):
escribir cosas que dicen otras cosas que dicen
otras cosas... Eso obedece a una manera de percibir
en poesía como lo hacía en la música Claude Debussy...
Yo he buscado una poesía que diga algo, que no sólo
emita la emoción, el gusto por la vida y por la muerte,
sino que tenga un sentido. Alí Chumacero/ Entrevista
de Marco Antonio Campos/ Letralia
—Para tu crónica —dice Vicente Gómez Montero al iniciar la lectura, a siete voces, en homenaje al llamado pastor de la palabra, en sus 92 años de vida. Una lectura, ayer viernes, en la esquina norte de la librería José Carlos Becerra, en el CICOM, cerca de los libros de Ciencias Naturales y Matemáticas.
Cae la rosa, cae/ atravesando el agua,/ lenta por el cristal de sombra/ en que su tallo ahoga/ desciende imperceptible,/ clara, ingrávida, pura/ y las olas la cubren, la desnudan,/ la vuelven a su aroma,/ hácenla navegante por la savia/ que de la tierra nace…
A esa hora, mediodía en punto, en los horarios del norte, una de la tarde en Villahermosa, los versos de Alí Chumacero son oración ferviente, homenaje nacional, jornada de lectura en voz alta en las salas de lectura de todo el país.
Para la crónica. El poema A una rosa inmersa es el mismo que, al azar, había sido escogido para ser leído por el columnista —y cronista— que en su primer turno lee Amor es mar.
El director editorial del Instituto Estatal de Cultura de Tabasco inicia la primera de tres lecturas que cada uno de los siete lectores hace en Tabasco. Y asciende temblorosa,/ desborda la ternura de su tacto/ en verde prisionero,/ y al fin revienta en flor/ como el esclavo de que noche sueña/ en una luz que rompa/ los orígenes de su sueño…
El poeta y editor Francisco Magaña hace la segunda lectura en homenaje al poeta galardonado, entre otros reconocimientos, con los premios Xavier Villaurrutia, Alfonso Reyes, Nacional de Lingüística y Literatura, Amado Nervo y el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines. Yo, pecador, a orillas de tus ojos/ miro nacer la tempestad./ Sumiso dardo, voz en la espesura,/ incrédulo desciendo al manantial de gracia;/ en tu solar olvida el corazón/ su falso testimonio… empiezan los versos de Responso del peregrino.
En tres partes da Chico Magaña lectura al poema. En total, tres rondas de lecturas en que, lo dice Gerardo Rivera, las voces hacen diferente los versos.
Sobre el poema explica Magaña que lo escribió Chumacero en víspera de contraer matrimonio con su esposa María de Lourdes. En la segunda vuelta, Gómez Montero diría, antes de leer Monólogo del viudo, “aquí sabremos otra parte del poeta”.
El tercer lector es Gerardo Grajeda; el cuarto, Erick Guerrero; quinto, el columnista; sexto Gerardo Rivera y en séptimo lugar la directora del IECT, Norma Cárdenas Zurita.
Sencillo gran homenaje al poeta. Sus poemas, entre libros, a siete voces. Versos de sus tres únicos libros: Páramo de sueños (UNAM, 1944), Imágenes desterradas (Editorial Stylo, 1948) y Palabras en reposo (FCE, Letras Mexicanas, 1956).
Más de medio siglo de silencio editorial, de poemas inéditos. El miembro de la Academia de la Lengua (desde 1964) ha dicho que todo lo que después ha escrito lo ha guardado o quemado. Y con su buen humor también ha afirmado que así los lectores flojos pueden ufanarse de que leyeron “las obras completas de Chumacero”, poeta nacido en Acaponeta, Nayarit, hace 92 años.
Alí Chumacero, además de sus únicos tres libros ha editado un libro de ensayos, Los momentos críticos (1987) y un CD donde declama su poesía, En la orilla del silencio y otros poemas del autor (1997).
Además del deleite del Responso del viajero y los otros poemas leídos, la tercera vuelta trae el Poema de amorosa raíz, que termina en estos versos: cuando aún no había flores en las sendas/ porque las sendas no eran ni las flores estaban;/ cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,/ ya eramos tú y yo.
Un buen homenaje, el mejor homenaje a un poeta: leer sus versos.
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