martes, 28 de octubre de 2008

MEMORIA DEL AGUA (1)

281008INUNDAunaño

Inundación de 2007
un recuento obligado
(1)
*Las aguas rebasaron toda previsión
*Miles de casas convertidas en albergues
*Padilla y Evaristo, dos historias aparte

Por Erwin Macario

El miércoles 5 de septiembre de 2007, el gobernador de Tabasco, Andrés Granier, no se imaginaba que la previsión de su gobierno iba a reducir al máximo los daños humanos en lo que casi dos meses después sería la más grande inundación de Tabasco.
Ni el mandatario ni los tabasqueños pensábamos en un periodo de retorno inmediato de los fenómenos hidrológicos, después que en 1999 se había inundado una parte de Villahermosa, hacia los terrenos de Tabasco 2000, donde se asientan los que forman la nueva clase pudiente de esta entidad, que antes vivían en el Paseo Tabasco. Una colonia de clase media baja, Espejo 2, corrió la misma suerte.
Pero el 5 de septiembre de 2007 nadie se imaginaba la tragedia que empezaría el día 27 de octubre y tendría su manifestación más grave el primero de noviembre, cuando las aguas embalsadas en la Laguna del Camaron y los Zapotes —provenientes de los ríos de la Sierra, que no tienen control de obra hidráulica alguna—, rompieron arriba de la colonia Las Gaviotas, en el margen derecho del río Grijalva, frente a Villahermosa, inundaron en menos de una hora esa populosa colonia, hicieron que el Grijalva rebasara su nivel máximo, rebasaron el malecón y se volcaron sobre la capital de Tabasco, que en algunas partes de su centro histórico y comercial estuvo a más de tres metros bajo las aguas.
Dos meses antes, ese miércoles 5 de septiembre, en reunión del Sistema Estatal de Protección Civil, Granier dijo que Tabasco se encontraba preparado para enfrentar los fenómenos meteorológicos que amenacen la seguridad de la población, en especial la de 308 mil personas de 760 localidades asentadas en zonas de mayor riesgo.
Previsiones que se anunciaban no obstante que en esas horas el fenómeno meteorológico “Félix” se había degradado a tormenta tropical, disminuyendo con ello sus efectos en Tabasco, según refirió el propio gobernador.
LA TRAGEDIA DE LOS POBRES
Acababa de pasar el huracán Dean, que en otros lugares provocó tragedias.
Ese día, miércoles 5 de septiembre, el correo cibernético trajo una opinión que Fausto Cantú Peña publicó en Reforma, el 29 de agosto, y nos hizo reflexionar, sin pensar en lo cerca que estábamos de la Gran Inundación y esos efectos: “El huracán "Dean" trajo, con sus torrenciales aguas y feroces vientos, la tragedia a quienes siempre han vivido en la penuria: los pobres del campo en las montañas y cañadas; también a los que se asientan en el cauce seco de los ríos a merced de la apropiación y especulación en la tierra, pues solamente se les deja ocupar áreas marginales”.
Y agregaba: “Pero también trajo en la lluvia toneladas métricas de riqueza proyectada sobre el feraz suelo tropical; alivió en muchas zonas la sequía, cada vez más frecuente debido a la deforestación”.
No. No. ¿Quién iba a pensar lo cerca que estábamos, de comprobar lo que Fausto escribía? ¿Lo infausto de lo que vendrìa?: “Es una lástima que no la sepamos aprovechar; el agua se va al mar en millones de metros cúbicos por segundo, a falta de la infraestructura y política agrícola específica e integral para el trópico húmedo mexicano. Eso sí, los políticos y los medios televisivos sacaron provecho del meteoro, exagerándolo para justificar la chamba, desviar la atención de los problemas de fondo y cultivar el ego; también es cierto: supieron avanzar alertas preventivas a efecto de lograr un saldo blanco en vidas humanas”.
Andrés Granier, mucho menos pensaba en lo que vendría.
TABASCO ESTABA PREPARADO
Esa primera reunión del Sistema Estatal de Protección Civil, el mandatario tabasqueño dijo que en esa temporada de huracanes, Tabasco estaba preparado. La numeralia era precisa: prioridad a más de 300 mil personas de 760 localidades situadas en zonas de mayor riesgo, según Protección Civil. Había 905 albergues en los 17 municipios, con capacidad para recibir a más de 134 mil tabasqueños. En 1999 se habilitaron sólo 702 refugios con capacidad para 56 mil 411 personas.
El director de Protecciòn Civil de Tabasco, Rúrico Domínguez Mayo, estimaba que 77 mil familias, integradas por 61 mil hombres, 92 mil mujeres y 155 mil niños, son las más factibles de sufrir afectaciones por el incremento en los niveles de los ríos.
Félix, empero, dejaba huellas en Tabasco. Se preveían lluvias fuertes en la región de Los Ríos, donde los escurrimientos provenientes de las sierras de Chiapas y Guatemala, y el posible incremento del nivel del río Usumacinta, podrían poner en riesgo a casi 44 mil personas, asentadas en 136 localidades tabasqueñas. Los Ayuntamientos de Balancán, Emiliano Zapata, Jonuta y Tenosique habían instalado 94 albergues temporales con capacidad para recibir a casi 27 mil personas, con servicios médicos, alimentos calientes, agua potable y cobertores.
Incluso el presidente Felipe Calderón Hinojosa había ofrecido, desde ese principio de septiembre, ayuda inmediata a Tabasco. El entonces secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, se había comunicado telefónicamente con Granier para hacer ese ofrecimiento.
El entonces director local de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Armando Padilla Herrera, dio a conocer que todos los ríos de Tabasco y las presas del Sistema Hidroeléctrico del Alto Grijalva, se encontraban por debajo de sus capacidades de regulación. La totalidad de los ríos se ubicaban, segùn Padilla, entre los 1.36 y 6.85 metros por debajo de sus niveles máximos, como es el caso del Samaria y Tacotalpa, respectivamente. La onda tropical 30, localizada sobre Veracruz, se desplazaba al oeste. Es decir, se alejaba del territorio tabasqueño.
Después de la contingencia, de la Gran Inundación, Padilla Herrera fue renunciado. Ahora, a un año de aquello, es un asesor del presidente municipal —perredista— de Jalpa de Méndez, desde donde pontifica sobre cuestiones hidráulicas y critica al gobierno granierista. Lodos de aquellas aguas estancadas.
Pero entonces, dos meses antes de la inundación del 2007, hasta con el presidente municipal de Centro, Evaristo Hernández Cruz, las aguas corrían tranquilas: en la reunión se dijo que adicionalmente a los trabajos que se realizan con motivo de las lluvias, el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Tabasco (SAPAET), y el Sistema de Agua y Saneamiento (SAS) del municipio de Centro, desazolvan las redes sanitarias de Villahermosa, villas y poblaciones que cuentan con esta infraestructura.
LA AUSENCIA DE EVARISTO
En los días que Villahermosa se fue a pique, el alcalde de Villahermosa no aparecía. Desde el 28 se había visto al gobernador alertando al pueblo para que tomara providencias y abandonara las zonas de peligro. Evaristo no aparecía.
Algunos medios informativos dieron a conocer que mientras las aguas inundaban Villahermosa, Evaristo y una de sus familias paseaban por Canadá. Algunas fotografías ilustraban la noticia. Reapareció cuando el presidente Calderón visitó áreas inundadas de la capital tabasqueña. En el mercado Pino Suárez, uno de los sitios de mayor contaminación por las aguas estancadas y los alimentos descompuestos, mientras Calderón y Granier andaban con tapabocas, el alcalde mostraba su mejor sonrisa a la prensa, se dejaba ver cerca del presidente.
Con el tiempo acusaría a Granier en el sentido de que la televisión oficial y otros medios no lo enfocaban cuando, en compañía del gobernador, recorría las zonas de peligro antes de la inundación. “Entrevistaban al gobernador cuando se encontraba lejos de mí, cuando se apartaba para que lo entrevistaran”, dijo en una reunión a pregunta de este reportero.
Después de que las aguas pasaron con su fatal mensaje de grandes daños a la economía y a la sociedad, el alcalde de Villahermosa se dedicó a enfrentar al mandatario de Tabasco. Pero también se supo que los cárcamos y el sistema de drenaje no habían funcionado para aligerar la salida de las aguas de la ciudad.
La propia Conagua denunció este año 2008, antes de los tiempos de las grandes lluvias, que las bombas y otros equipos de los cárcamos de Villahermosa estaban en el abandono. Que no se invirtieron los casi cien millones de pesos que la Federación había enviado al Ayuntamiento de Centro para rehabilitarlos.
Villahermosa podía inundarse más por las aguas de lluvia que sobre ella caen, antes que por las corrientes del Grijalva y el Carrizal. Evaristo ha corrido con suerte. Sobre la capital no ha llovido lo suficiente y con una precipitación de sólo 70 milímetros ya se encharcaron calles y colonias. Aunque sólo una vez.
Pero en septiembre de 2007, en la primera reunión de Protección Civil y sesión extraordinaria de la Comisión de Fenómenos Hidrometeorológicos, nadie pensaba en lo que vendría con y después de la inundación.
El agua se sentía amenazante, pero no peligrosa. El viernes 7 de septiembre, pescadores de Chilapa y el representante de la Unión de Pescadores del Río Grijalva, en Centla, Norberto Ramón Compañ dijeron sentirse satisfechos por el apoyo que el Gobierno del estado brinda a los pescadores. “Ningún gobierno nos había apoyado como lo ha hecho El Químico”, aseguró al agregar que luego de dos años de solicitar el apoyo, esta administración los respaldó con seis motores fuera de borda.
El agua era carretera y fuente de provisión: Francisco Gordillo Cruz, originario del poblado Ignacio Zaragoza había acudido, el jueves 6, a Villa Cuauhtémoc a recibir de manos del gobernador Andrés Granier un paquete piscícola, el cual sería de gran beneficio para la agrupación San Juan. Esmeralda Velázquez Hernández, de la ranchería Chilapa, recibió motores fuera de borda con los que, dijo, se facilitará el trabajo de los pescadores de esa comunidad.
Las construcciones en áreas inundables o zonas de posible inundación o al menos en sitios “islas” en las inundaciones, no eran, tampoco, preocupación: El martes 11 de septiembre, Granier Melo entregó casas del fraccionamiento Pomoca, uno de los desarrollos viviendísticos más grandes de Tabasco, a seis kilómetros de Villahermosa, rumbo a Nacajuca, y colocó la primera piedra del conjunto habitacional Anexo Las Rosas, donde se desarrollarán 72 viviendas.
En Pomoca se habìan entregado hasta esa fecha mil 504 casas, de un total de dos mil 212 de tipo económico que se construyen en beneficio de quienes comprueben ingresos de uno a tres salarios mínimos. La inundación del 2007 no le llegó, aunque lo dejó como una isla.
TIEMPO DE RECUENTO
A finales de octubre y principios de noviembre de 2007, la tragedia rebasó todo. Eso ya es historia contada. Incompleta tal vez.
El 31 de octubre de 2007, a pocas horas de la Gran Inundación, Andrés Granier vivía la tragedia de su pueblo: “¿A dónde vamos a meter a los miles y miles de tabasqueños que están deambulando por las calles de Villahermosa? —preguntó al jefe del Ejecutivo federal—, porque si usted se fijó, ahorita que veníamos, el número de personas que venían caminando en las calles con bolsas, pero le garantizo que cada casa de cada pueblo es un albergue, porque la gente sabrá albergar a uno y a otro, y que vamos a compartir la comida y el agua, que a pesar que nos está ahogando, usted vio en el albergue que falta agua, falta comida, faltan colchonetas, falta leche para los niños”.
Las partes altas de Villahermosa era un mar de gente. Los tabasqueños habían huido de las zonas que el agua iba recobrando, de los fraccionamientos y colonias construidos en partes bajas, inundables. De las 300 mil personas de 760 localidades situadas en zonas de mayor riesgo, de los 905 albergues en los 17 municipios, con capacidad para recibir a más de 134 mil tabasqueños, se llegó a tener más de un millón de personas afectadas. Las cifras fueron dadas, mucho después, por la CEPAL.
La Gran Inundación se llevó mucho y dejó mucho. Las crónicas publicadas en Diario de la Tarde y en sitios de Internet, así como lo publicado en El Heraldo, me dieron el Premio México de Periodismo que otorga la Fapermex. Ahora es tiempo del recuento.

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