miércoles, 21 de julio de 2010

LOS SUEÑOS DE EVA

Tp210710Sucesión2012RN

TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Por Erwin Macario* erwinmacario@hotmail.com

Aquí no hay Malovas

Trasilo, viendo vacilar a Tiberio
en la elección de sucesor e
inclinarse a su nieto natural,
había afirmado “que Cayo no
tenía más probabilidades de
ser emperador que de atravesar
a caballo el golfo de Baias”.
Suetonio/ Vida de los doce Césares.

Si bien Evaristo Hernández Cruz, al descartarse como aspirante a la gubernatura en el 2012, aparece como “gallo huido”, es preocupante que desde su asociación civil “Félix Fulgencio Palavicini” se empiece a meter ruido al proceso de selección de candidato del PRI.
Más grave es que, al fin seguidores suyos, practicantes de la insolencia política que le ha distinguido, sus adeptos proclamen que tal organización no tiene ninguna que se le compare. Se entiende en Tabasco y se infiere en poderosa.
A tal grado presumen —lo que movería a chunga, a risa del respetable— que de la Félix Fulgencio Palavicini no saldrá únicamente el próximo candidato del PRI para suceder al químico Andrés Granier, sino que quieren “ejercer el poder a partir del 2012, y muchos de sus miembros quieren ser presidentes municipales, diputados locales, diputados federales, senadores y otros asumir cargos de alta responsabilidad”.
Si Chucha. No es alusión y mucho menos cambio de género. Ya se repartieron hasta las delegaciones municipales. Un PRI alterno: ¡para las calendas griegas!
La verdad que el salto a la palestra política de parte del vocero oficioso de Evaristo, Pedro Gutiérrez Gutiérrez, es una reacción desesperada de ese grupo al desatarse las idus de julio y prácticamente arrancar la sucesión del 2012.
En realidad el ex alcalde Evaristo Hernández Cruz no tiene la mínima oportunidad de ser el candidato priísta pero quieren montarlo como un aspirante con fuerza. Ni la tiene en la clase política que lo ve como un traidor, ni la tiene en la base ciudadana, como para pretender presionar desde ahora la selección del que resulte candidato del PRI o de la alianza que éste partido haga con otro u otros institutos políticos, lo que también parece confundir y hace que no muevan bien el abanico algunas “marquesas” viejas en la política, lo que será tema de mañana.
En Tabasco, después de Andrés Granier, que llegó a gobernador con un altísimo porcentaje de popularidad, nadie puede querer espantar al PRI con buscar una candidatura por otro partido —y ganar como Malova en Sinaloa—sino se la dan directamente o en alianza o coalición. Mucho menos debe el PRI atender presiones de un grupo y líderes que se mueve más por ambición y resentimiento que por el interés de Tabasco. Tema, también, de otras entregas.
Por lo pronto en el PRD ya le dieron a Eva un portazo en la jeta. El coordinador de los diputados perredistas en el Congreso tabasqueño, Juan José Martínez Pérez, atajó de inmediato los sueños “fulgencistas” al declarar que en el Partido de la Revolución Democrática no necesitan a Evaristo porque tienen a sus propios aspirantes, militantes de ese partido. Y se lo dijo precisamente como un “tatequieto”, un madrazo (perdón) puesto a tiempo: “…cuando el reloj electoral así lo determine en el sol azteca contamos ya con prospectos propios, políticos serios, por lo que no precisamos de oportunistas o saltimbanquis”.
No fueron lejos por la respuesta. Y es que en realidad el ex alcalde y muchos de los que con él aspiran (jejeje) a “ejercer el poder a partir del 2012”, no tienen el perfil suficiente para ello. Ni siquiera deben engañarse con que tendrán el apoyo de arriba si resulta —como es casi seguro— candidato presidencial del PRI el actual gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto. ¿No es así, hermanos Neme Sastré? Pero no es sólo Evaristo el que sueña con ello. Ya veremos.
En fin, está bien que los aspirantes —hasta los que no tienen probabilidades “ni que atraviesen a caballo el golfo de Baias”, como dijera el astrólogo Trasilo en la Roma de Calígula— estén caminando. Y más los del PRI, que necesitan buscar la unidad de la base finalmente. Pero cada quien debe tener, no como el héroe de esta entrega periodística, una clara idea de su fuerza política. Para no andar haciendo el ridículo.

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