COCOTAZO CON EL CETRO 4T
Tp030920 Cultura RUMBO NUEVO
TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Erwin
Macario
Tabasqueñismos
(6)
Llaneza,
muchacho, no te
encumbres,
que toda afectación
es
mala.
Miguel de Cervantes/
El ingenioso
hidalgo
don Quijote
de la Mancha
(Cap. 26, 2ª parte)
En la entrega
de ayer miércoles me perdí en disquisiciones históricas, que bien valen la pena
abordar más tarde, sin dilatarme, pero ahora voy a actuar como si fuera cierto
ese dislate del espacio cultural cibernético en comento.
Ensartan
en el sitio, portal o como sea eso de DeTabascoSoy, que “al palo y sin
zacate” es para los tabasqueños que “las cosas hay que hacerlas rápido y sin
excusas”.
Claro…
que no. En Así hablan en mi tierra, Oscar G. Carrera, frena
la idem de los que tal dicen sobre eso de a palo o al palo y sin zacate. Tener
“a palo y sin zacate”, dice, se relaciona con el animal que recibe muchos palos
en el trabajo y al que se da muy poca pastura para que se alimente.
Podría
decirse, digo yo, en estos tiempos a quienes trabajan con la mala paga de la
austeridad, que rebasa la justa medianía juarista. Los tienen a palos de
apodos, insultos, malos tratos, y sin el zacate bueno del estipendio.
“Tener
al palo y sin zacate”, alude, según este sí tabasqueñista, a la res vacuna,
caballar, etcétera, que está atada a un palo y sin comer.
Las
dos frases, “a palo y sin zacate” y “al palo y sin zacate”, nos explica Oscar
G. Carrera, “se aplica metafóricamente a la persona que hace trabajos recios y
recibe escasa remuneración, por la tacañería y mezquindad de quien la
explota…”.
Nada
de rapidez y sin excusa, interpretación que ha dado lugar a que algunos hagan
alusiones en doble sentido, como se puede ver en algunos sitios, páginas
cibernéticas o portales que mal difunden nuestra forma de hablar y hacernos
entender.
Por
cierto que, metido en estos bretes, enredado en estos chayotales, encontré que
en Monterrey hay un diccionario que Zilia Zentella tituló “Al palo y sin
zacate” y que lo hizo, según dice “para comprendernos mejor entre
mexicanos”. Puede ser. Un esfuerzo no bien pagado y mal comprendido por quienes
en realidad quieren tener a los que por esto nos preocupamos “al palo y sin
zacate” y quisieran traernos “a palo”.
También
por estos berenjenales del idioma me encuentro a don Quijote. De niño era común
saber, por otros y por uno mismo, el castigo de los cocotazos o coscorrones,
que se daban con la mano, con los nudillos, para ser más preciso, y que casi
500 años atrás no era así.
Explica
Miguel de Cervantes la segunda parte del Caballero de la Triste Figura “donde
se prosigue la graciosa aventura del titerero, con otras cosas en verdad harto
buenas. Aquel personaje que allí asoma, con corona en la cabeza y ceptro en las
manos, es el emperador Carlomagno, padre putativo de la tal Melisendra, el
cual, mohíno de ver el ocio y descuido de su yerno, le sale a reñir; y
adviertan con la vehemencia y ahínco que le riñe, que no parece sino que le
quiere dar con el ceptro media docena de coscorrones, y aun hay autores que
dicen que se los dio, y muy bien dados; y, después de haberle dicho muchas
cosas acerca del peligro que corría su honra en no procurar la libertad de su
esposa, dicen que le dijo..”.
Cocotazo,
coscorrones, no con la mano, sino con el cetro. Como si fuera con el palo con
que ahora quieren medir a los no alineados.
El
Diccionario de la Real Academia Española (RAE) reconoce ese cocotazo de nuestra
infancia, que a veces recetamos, como es el caso de ayer en la quinta entrega,
para ver si se corrigen. No usamos palo, ni el cetro: Cocotazo. 1. m. Ant. y Méx.
coscorrón (‖ golpe dado en la cabeza con los nudillos). 2. m. Col., Cuba y Méx.
Golpe dado en la cabeza.
A
veces los del cetro quisieran prescindir de los nudillos, como dice El Quijote.
Y con magro alimento o sin zacate.
En
fin. Ya van, con esta, seis entregas y acabamos de recibir de manos de Jorge
Priego Martínez lo que no sé si fue enviado en forma anónima pero servirá para
documentar la segunda edición, corregida y aumentada, del Vocabulario
Tabasqueño, que tuvo que ser reeditado en su primera aparición por la demanda,
el interés que tuvo de gente como, ya lo dije, Andrés Manuel López Obrador.
El
nuevo aporte a revisión le han llamado Abuelismos,
Frases y expresiones que han
quedado en el olvido. Y
Vean como empieza: “Desconchinflado”,
“pipirín”, “patatús”, “tirria”, entre otras, son voces, expresiones y
locuciones mexicanas utilizadas por nuestros abuelos (¿nosotros?) que poco a
poco se han ido olvidando y desvaneciendo en el tiempo.
Esa gala retórica e ingeniosa,
de humor pícaro está en extinción. Los "abuelismos" que formaron
parte del colorido lenguaje mexicano de nuestros viejitos, palabras y frases
que escuchamos alguna vez en las reuniones familiares o jugando el barrio antes
de la llegada de los videojuegos, el internet y la televisión de paga se
extinguen.
Nos trae el “arguende” que sí
es, entre otras cosas, chisme, Y no el “cushilear” que nuestros amigos de
DeTabascoSoy dicen es “chismear” quizá por que en sus mentes sustituyen las letras:
cuchichear, por cushilear, que es azuzar los perros, con el perdón de ustedes.
Mal entender nuestro
tabasqueñismo es salirse de la llaneza que demanda el más grande de las letras
españolas. Es, también, caer en afectación.
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