lunes, 7 de mayo de 2018

Poder y presupuesto

Tp250418 Sucesión RUMBO NUEVO    
Erwin Macario







—Quiere decir —sonrió el coronel
Aureliano Buendía cuando terminó
la lectura— que sólo estamos luchando
por el poder. Gabriel García Márquez /
Cien años de soledad

Con incipientes propuestas, que más parecen señuelos de campaña —la política, como la guerra es el arte del engaño— y no basamentos de un futuro programa de gobierno diferente a lo que en los propios discursos se condena —del pasado priísta o del presente perredista—, la mayoría de los candidatos a los cargos públicos se desgastan no en buscar servir al pueblo sino en arrebatar o conservar el poder. Y el presupuesto, a veces botín.


Macondo, el espacio de García Márquez; el pueblo de Mendoza, de Héctor Aguilar Camín; Comala, de Juan Rulfo; quizá Moncloa o Versalles, han servido para estas columnas en la sucesión de Arturo Núñez Jiménez. Y aplican.


Pero una declaración,  que algunos piensan perdida en las bibliotecas, podría ilustrar lo que pasa en Tabasco, para no meterme en los terrenos en donde vemos plumas como la de Pablo Hiriart doblegarse ante el poder, el presupuesto, el dinero.


Juan  José Rodríguez Prats pregunta: — ¿Usted siente que la pluralidad nos ha ayudado?


—Así es, yo considero que ha beneficiado al país. No hay mejor estímulo para un político de la oposición que tener acceso al presupuesto.


Para Aureliano Buendía, en guerra por su pueblo, la verdad le llega cuando le ofrecen la paz. Todo por lo que habían luchado lo ofrecían y tenían sus enemigos. “… escuchó en silencio las breves propuestas de los emisarios. Pedían, en primer término, renunciar a la revisión de los títulos de propiedad de la tierra para recuperar el apoyo de los terratenientes liberales. Pedían, en segundo término, renunciar a la lucha contra la influencia clerical para obtener el respaldo del pueblo católico. Pedían, por último, renunciar a las aspiraciones de igualdad de derechos entre los hijos naturales y los legítimos para preservar la integridad de los hogares.


—Quiere decir —sonrió el coronel Aureliano Buendía cuando terminó la lectura— que sólo estamos luchando por el poder.”


Las campañas electorales en Tabasco, en su mayoría,  podrían hacer pensar que sólo están buscando el poder. Y el presupuesto. Con equipos que, parece, mantienen la discrecionalidad territorial, la que únicamente se conoce por los lugareños y los candidatos que los visitan en sus comunidades, y algunos grupos de Whatsapp,  sin difundir a otros lectores en otros lugares; autosuficientes, en su mayoría, los candidatos a suceder a Núñez Jiménez y a otros cargos se pierden en campañas mediocres.


Una observación de lo que se podido ver en los primeros días de este proceso electoral, pudiera hacernos precisar —ojalá estpo cambie— que:


Uno por allá parece presumir ser el único que presentó un plan de gobierno, documento que en realidad se integra, casi siempre, cerca del pueblo, en las campañas políticas, no desde los escritorios.


Sin mostrar un equipo fuerte, otro camina —corre— por la sucesión.


Otro, sin daltonismo político, ofrece pintar de verde a Tabasco, en un discurso que no llega al pueblo pues no ofrece esperanzas a sus problemas.


Con mayor o igual fuerza y capacidad en el ejercicio político, otra gasta energía en recomponer un partido perdedor, dividido, y con la misma soberbia que otros.


Con buenos propósitos, apoyados desde la sociedad con inversiones seguras, otro camina sin que su partido ofrezca la mínima oportunidad de hacerlo ganar.


Y el sexto, un perdedor que sueña con los votos que el PRI le dio en la pasada sucesión.


De los otros candidatos a otros cargos habrá tiempo de hablar. Sólo dos ejemplos. El candidato del PRD a presidente municipal de Centro piensa que el presupuesto le dará para tener su propia policía. El asunto es engañar.


El candidato a senador por el mismo partido se erige en defensor de los taxistas piratas.


La mayoría critica lo que en su tiempo no hicieron pues, muchos de ellos, han servido en el gobierno que censuran. Ya ahora con el PRD. Ya antes con el PRI. El reacomodo político de los que se van de un partido a otro. De los que reciben absolución y perdón a sus pecados políticos.


—Son reformas tácticas —replicó uno de los delegados-. Por ahora, lo esencial es ensanchar la base popular de la guerra. Después veremos. Leo en Cien años de Soledad.


Uno de los asesores políticos del coronel Aureliano Buendía se apresuró a intervenir.


—Es un contrasentido —dijo—. Si estas reformas son buenas, quiere decir que es bueno el régimen conservador. Si con ellas logramos ensanchar la base popular de la guerra, como dicen ustedes, quiere decir que el régimen tiene una amplia base popular. Quiere decir, en síntesis, que durante casi veinte años hemos estado luchando contra los sentimientos de la nación.


Iba a seguir, pero el coronel Aureliano Buendía lo interrumpió con una señal. «No pierda el tiempo, doctor —dijo—. Lo importante es que desde este momento sólo luchamos por el poder.» Sin dejar de sonreír, tomó los pliegos que le entregaron los delegados y se dispuso a firmar.


—Puesto que es así –concluyó—, no tenemos ningún inconveniente en aceptar.


Eran seis abogados, de levita y chistera, los que habían ido a convencer a Aureliano Buendía de que no luchaban por nada nuevo. Que durante treinta años (perdón, veinte) habían estado luchando contra los sentimientos de la nación.

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