viernes, 23 de mayo de 2008

PREMIO MEXICO DE PERIODISMO

CRÓNICA180508Fapermex

Premio de género periodístico
no por la Equidad de Género

Por Erwin Macario

CORDOBA, Ver., 18 mayo.- Rumbo al Premio México de Periodismo, un anuncio llama la atención: en el mismo sitio de la entrega, el auditorio de la ESBAO, se presentará “El Tenorio Cómico”. A la llegada el periodista observa que, frente al escenario, varios colegas entrevistan a un personaje; y se toman la foto.
Una bella mujer, vestimenta tipo monasterio, está a la derecha del entrevistado. Doña Inés… Don Juan Tenorio… piensa rápido y pide la oportunidad de la foto. La gentileza del personaje lo ubica en medio. El personaje a la izquierda, la mujer a la derecha.
Intenta acercar a la dama y una mano le detiene el brazo, lo baja. Las cámaras se disparan. “No se trata de actores de la obra anunciada”, piensa en su ignorancia. “El que me jaló el brazo es un guardaespalda, a pesar de ser de complexión pequeña”, reflexiona.
Acostumbrado a entrevistar y después averiguar, –algo porfiriano, algo villista–, esta vez la experiencia le ha fallado. No son actores, a menos de escena, de espectáculo. Las preguntas lo ubican: el hombre no es otro sino el excelentísimo embajador extraordinario y plenipotenciario de la Embajada de la República Islámica de Irán en México, doctor Ghadiri Abyaneh (Mohammad Hassan). La bella dama, Behjatalsadat Shahrtash, esposa del diplomático.
¡Por Alá!, piensa. “Estuve a punto de romper el protocolo. Y de que idem a mí”. Y es cierto, en el Islam un hombre, y mucho menos extraño, puede tocar a una mujer. Costumbre de respeto. Ni siquiera saludarla de mano.
De esto no lo dejará mentir Sara Lovera, una de las acérrimas defensoras de lo que llaman “equidad de género”, pues al recibir su Premio México en la especialidad de investigación periodística , video noticioso, recibe la felicitación y el cariñoso apretón de mano de los integrantes del presidium, entre ellos los dirigentes nacionales de la Federación de Periodistas Mexicanos (Fapermex), el representante del gobernador de Veracruz y el presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), Juan Carlos Camaño, pero cuando le tiende la diestra al embajador, éste cruza sus brazos e inclina la cabeza.
Dos veces más tiende su mano la colega, que tal vez piensa es otra agresión de género. Otra dos veces Mohammad Hassan, cortés, respetuoso, diplomático, inclina su cabeza ante la escritora que, después, protesta porque al término de las entregas de las estatuillas, en bronce, de Ricardo Flores Magón y el diploma en papel amate, el conductor del evento de premiación llama a “los galardonados” para suban de nuevo al estrado para la fotografía del recuerdo.
“También las galardonadas”, se oye en el auditorio la voz de las féminas por ese complejo que avivó el nunca olvidado presidente Vicente Fox, que como ahora lo hace Felipe Calderón con su “plan hídrico” acabó a la Real Academia de la Lengua Castellana que aceptaba forma genérica en el lenguaje.
Ahora se tiene que decir en los discursos “el hombre y la mujer”, cuando antes era suficiente decir hombre para abarcar humanidad, la especie humana. Ahora hay que hablar de niñas y niños, para referirse a los (y las) infantes; alumnas y alumnos en vez de sólo decir “los alumnos que reprobaron”.
Triunfos, todo esta forma de citarlas, tal vez, de las feministas. El caso es que premiados y premiadas se tomaron la foto, sin ninguna distinción pues la Faparmex, los pares, no distinguen entre hombre y mujer para el reconocimiento del ejercicio periodístico, sino en el trabajo en cada género de la información. Lo bueno es que “periodistas” es un término que abarca hombres, mujeres y todo aquel que ejerza el periodismo. Aunque en esa lucha por los derechos de género tendrá que llamarse a “los periodistas y las periodistas” cuando se les invite, por ejemplo, como ahora sucedió, a tomarse la foto para el recuerdo.
No fue, pues, cuestión de equidad de género, sino de capacidad profesional que en esta sexta edición del Premio México de Periodismo la propia Sara Lovera resultara galardonada. Como tampoco lo fue en las otras compañeras que recibieron el reconocimiento de sus pares (hombres y mujeres, pues): Elvia Andrade Barajas, (Entrevista); Nancy Patricia Azpilcueta Ruiz Esparza (columna), en medios cibernéticos; Olivia López Pescador (noticia), Norma Lidia Vázquez Alanís (crónica), en prensa escrita; Cristina Pacheco, entrevista, en televisión; y Guadalupe Fuentes Barco, en crónica por radio.
Las periodistas, empero, empujan en el gremio. En el programa del VII Congreso Nacional de Periodistas hubo un foro panel “Equidad de género en medios de comunicación”. Un desayuno en que el plato fuerte fue la participación de ponentes, del Instituto Nacional de la Mujer, del Instituto Veracruzano de la Mujer Chiapaneca y diputadas del Congreso local de Veracruz.
Varios periodistas desayunaron, ese sábado, en el mercado. En una fonda doña Tita es, a su modo, una defensora de los derechos femeniles. En su lenguaje cruzado de Alvarado, Tabasco y Yucatán (ella nació en el primer lugar citado, su padre era tabasqueño y su madre yucateca) la dueña de la fonda, que lleva su nombre, tira verdades a los colegas Luis Antonio Vidal, Fernando Valdez, Luis García, Rodulfo Reyes y el reportero gráfico Perales, autor de la fotografía central del periódico oficial de la Fapermex, cuyo primera edición circuló en el congreso de periodistas de Felap y Fapermex.
Para doña Tita, viuda muy joven, la vida no le ha sido difícil. –¿No se volvió a casar?
–se le pregunta. “Para comer carne, no es necesario tener carnicería”, responde, en un ejemplo de que las cuestiones de equidad de género no le quitan el sueño.
Al colega reportero gráfico chiapaneco, Manuel Morales, no le fue bien en esa lucha de géneros. Le encomiendan la entrega de unos folletos a los asistentes a uno de los eventos. Se acerca al grupo donde está platicando Sara y le dice, en su forma de hablar por costumbre “mamita, aquí está este folleto”. Todavía debe retumbarle en el cerebro la catiliniaria por la forma de dirigirse a una mujer.
Y pensar que el periodista que estuvo a punto de contactar físicamente el hombro de la respetable esposa del excelentísimo embajador iraní, pudo ser la parte periodística de la nota de esa mano que apareció tirada en un parque de Villahermosa, esos días del Congreso en Córdoba y Orizaba. Mano, ésta, que fue sustraída de un hospital, en una broma macabra.
Cuestiones de géneros periodísticos, de equidad de género.
Un pretexto para honrar a las mujeres galardonadas esta vez por los periodistas mexicanos con un premio que honra por provenir de pares en el ejercicio de esta profesión. En especial a Nancy Patricia Azpilcueta, Premio México en columna. Gracias por publicarme en RazonesdeSer, su sitio en internet.

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