martes, 29 de abril de 2008

AUSTERIDAD: OCHO SEXENIOS

Transparencia290408GranierCRISIS
TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Por Erwin Macario erwinmacario@gmail.com


Granier, las vacas flacas (I)

Todos los tabasqueños, sean del partido que sean, del grupo al que pertenezcan, tienen que aportar en estas horas su apoyo a quien hicieron gobernador en las urnas.
Erwin Macario/ Transparencia101106

Andrés Granier es, como lo fue Leandro Rovirosa, un parteaguas en la historia de Tabasco. Nada más que el experto en hidráulica inauguró las vacas gordas en el gobierno tabasqueño. Y al químico le tocan las primeras vacas flacas: Pagar los errores que se cometieron, principalmente, en los últimos 15 años.
Si se toma este sexenio para una mirada retrospectiva a 50 años se encontrará que Tabasco no es ya el paraíso que se vivió desde Carlos A. Madrazo (1959–1964) hasta Mario Trujillo García (1971-1976), en que todo era miel sobre penca en las relaciones con la federación. Tampoco el edén de la riqueza petrolera que Rovirosa (1977–1982), Enrique González Pedrero (1983-1987), José María Peralta López (1988), Salvador Neme Castillo (1989–1991) y el frustrado madrazato (1992–2006), gozaron, aunque en forma descendente.
Estudiar la historia evitará lastimarse con la misma piedra.
Si se hace una prospectiva, también a medio siglo, el panorama del gobierno es preocupante.
Un siglo aproximadamente es lo que le ha tocado analizar al secretario de Gobierno, Humberto Mayans Canabal. Ha traído a la discusión la realidad de Tabasco. Hay que reconocer que es una realidad en crisis. Muchas son las causas: el cambio en las relaciones del gobierno estatal y la federación, los conflictos políticos, la corrupción.
A su manera lo ha dicho en dos programas radiofónicos el responsable de la política interna de Tabasco en el gobierno de Granier. Con Mario Ibarra nos trajo a la memoria los últimos 50 años. Con Chuy Sibilla la hizo al agorero del próximo medio siglo.
Voces en los medios en algo han alertado el devenir. Esto apareció en la columna Transparencia el 10 de noviembre de 2006 cuando se intuía que el presidente Vicente Fox iba a reducir el presupuesto federal, perjudicando a Granier: “Dios no lo quiera pero todo indica que Tabasco, como sucedió en el sexenio de Leandro Rovirosa Wade, tendrá que enfrentar decisiones del gobierno central. En aquella ocasión Rovirosa defendió los derechos de su entidad ante las acciones de Petróleos Mexicanos y ganó”.
Se documentó la historia que hoy nos golpea:”Granier es un político que ha estado en la cresta de las olas del conflicto. Ha fortalecido su presencia en la historia de la política tabasqueña desde posiciones difíciles, enfrentando al sistema. Su perfil le hizo el candidato idóneo pues representaba la rebeldía de un pueblo cansado de los enfrentamientos y dispuesto a encontrar mejores caminos para el progreso”.
Se destacó el perfil del gobernante: “Su actitud mesurada ante el propio sistema que lo combatió y el respeto institucional que ha manifestado hacia el gobierno federal no es muestra de debilidad sino del conocimiento de su propia fuerza, sustentada en el apoyo del pueblo”.
Y se vaticinó: “Esta, es, pues otra prueba que superara, si bien su participación será en una especie de tercero perjudicado al ser la aprobación presupuestal un acto que se sale de los tiempos de su mandato constitucional, como también, se entiende, del propio mandato del futuro jefe de la Nación”.
La verdad nos alcanzó. El presupuesto de Tabasco no fue el de antes. Ni el que ganó a pulso Rovirosa o el que disfrutó González Pedrero y los que le precedieron hasta Manuel Andrade.
Algo no funcionó. Tal vez, como entonces se dijo, no se pudo “mantener desde el principio una buena relación, de entendimiento a favor de Tabasco con el gobierno de Felipe Calderón” que sería “la mejor estrategia para enfrentar esta amenaza”, la del descenso en el presupuesto.
Y mucho menos se logró la unidad que Granier representaba, los buenos deseos entonces expresados: “Todos los tabasqueños, sean del partido que sean, del grupo al que pertenezcan, tienen que aportar en estas horas su apoyo a quien hicieron gobernador en las urnas. Es, pues, una prueba para Tabasco”.
De acuerdo a la realidad de estos días, no pasamos la prueba. Y quien mejor lo ha dicho es el propio Humberto Mayans: “la austeridad llegó para quedarse Chuy, porque yo creo que esto es lo que debemos revisar los tabasqueños: la época de la abundancia se acabó; empezó con Leandro Rovirosa en el convenio que hizo con el Gobierno Federal, donde nos daban un porcentaje por barril exportado; con el licenciado (Salvador) Neme, se hizo una reducción de entre el 12 y el 15% cuando se cambió el convenio de coordinación y hubo una disminución sensible que nos quitó muchos miles de millones de pesos. Ahora, el año pasado, se planteó una reforma fiscal a nivel federal que vuelve a cambiar la correlación de los convenios de coordinación de la federación con los gobiernos del estado y ahí Tabasco se ve afectado”.}
Aun con el bono de compensación logrado por Granier. Los estudiosos tendrán que encontrar las causas verdaderas del fracaso, que no puede adjudicarse a este Gobierno. Fue un camino de varios los que nos colocó en este sitio difícil, en esta hora de crisis. La corrupción jugó el papel más fuerte. Ha sido tan difícil combatirla. El propio Granier la sufre cuando en las nóminas de algunas secretarías se incrustan familiares y hasta una criada de sus titulares; cuando en la Secretaría de Educación doña Betty Luque compra vestidos a una amiga y pretende pagarlos con fondos públicos.
Pero estas “pecatas minutas” no son, aunque dan coraje, las únicas causas de este desastre, como tampoco puede ser la inundación del año pasado.
Que no se haya sembrado la riqueza petrolera desde Rovirosa hasta Andrade –que en cuyo último año de gobierno “se ejercieron más de 32 mil millones de pesos por ejemplo”, según nos refrescó la memoria Mayans Canabal–, es uno de los factores para la crisis.
Una crisis que apretará el cinturón del Gobierno. Así lo dijo Mayans:”Tabasco ya no tendrá los recursos que tuvo en esta época que yo llamo de la abundancia, y empieza una nueva era que es la era de la austeridad, y va ser por varios sexenios, porque las necesidades económicas para el funcionamiento del aparato burocrático, para la modernización del Estado, para las inversiones, la reactivación del campo, para la política social en los niveles de pobreza que hay en Tabasco, no alcanzarán nunca en los próximos ocho sexenios”.
Ojalá Mayans esté equivocado en este vaticinio.

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