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TRANSPARENCIA
POLÍTICA
POR Erwin Macario erwinmacariohotmail.com
La huida de Carmito
Ningún bien puede provenir jamás del liderazgo dividido. Si alguna vez te ofrecen un puesto en el que tengas que compartir el mando, recházalo, porque el proyecto fracasará y se te hará responsable de ello.
Robert Greene/ Las 33 estrategias de la guerra
La especie de que sacarán a Carmito Escayola de la coordinación de la bancada priísta y, por lo tanto, de la coordinación política del Congreso de Tabasco para que no se siga exhibiendo y pueda ser candidato del PRI a la presidencia municipal de Centro, tiene sus bemoles.
En primer lugar nadie está dispuesto a sacar el buey de la barranca. Ni la propia Gina Trujillo, dirigenta estatal del PRI. En realidad, como siempre ha sucedido, el hijo de doña Australia Camacho llegó a ese sitio sólo por la amistad que le brinda el gobernador Andrés Granier.
Así lo dijo este columnista el 4 de diciembre del 2006. Gobiernan la Cámara de Diputados, cada sexenio, los legisladores que son más amigos del gobernante en turno. Claro que esto no limita la amistad hacia otros funcionarios, como es el caso de Granier Melo que primero declaró que sus más amigos eran Chuy Taracena (al que dio Relaciones Públicas y Comunicación) y el que premió con la SCAOP. Después sumaría a otros en la lista y demostraría, con protección, a otros que son sus “cuadernos”, por más que se exhiba a una por tener a toda la familia en nómina, a otra por cobrar hasta por la criada, a otra por comprar ropa de lujo e intentar facturarla al Gobierno.
Ese 4 del último mes que gobernó Manuel Andrade dije: “En fin. Pero ya que invocamos el nombre del futuro líder de los diputados priístas no sé de qué se sorprenden los políticos, si siempre han sido los machuchones, los líderes del Congreso, quienes son los más amigos del gobernador en turno.
“No me van a decir que Javier Díaz es una lumbrera de inteligencia ante el, hijo de la maestra Australia Camacho, con la ventaja de que éste no es un borracho y ha sabido cultivar amistad dentro de las filas perredistas, tan necesario para los acuerdos y consensos
“¿No fue Pascual Bellizia Castañeda, el diputado con fuerza en el gobierno de Manuel R. Mora? ¿Jaime Sánchez de la Fuente, entre otros con Mario Trujillo? ¿Víctor Manuel López Cruz, con Leandro Rovirosa? ¿Freddy Chablé Torrano, con Enrique González Pedrero? ¿Carlos F. Dagdug Cadena, con Salvador Neme Castillo? ¿Florizel Medina Pereznieto, con Roberto Madrazo?
Siempre los amigos. Así, ni Gina Trujillo ni los que la alientan a mantener presión contra el futuro gobierno tienen que darse por engañados. El amigo de Granier es Escayola. Así de sencillo.
“El químico Andrés Granier no puede exponerse a las veleidades del poder. Más que nada la lealtad. Y si hasta Javier Díaz pudo sacar adelante el barco, “contimás” una gente como José del Carmen Escayola que, además, es diputado por elección en las urnas, no ungido por el dedo como plurinominal”.
Muchos errores se han cometido desde ese diciembre. Desgastado por sus propias limitantes, Checamen quiere tirar la toalla. No le importa que su amigo Granier vaya a tener problemas en el Congreso.
Nadie puede negar que Andrés Granier es amigo de sus amigos. Con ellos se la juega hasta el final, por lo que no está bien que ya el líder del Congreso esté buscando la salida fácil, a menos que todo esté platicado debidamente y se trate solamente de una jugada política para salvarlo de los problemas que lo atosigan y le han exhibido tal cual es ante los futuros electores.
La mayoría que el PRI tiene en el Congreso –con la anexión de diputados perredistas que regresaron al redil tricolor, dicen que bien mayanceados– es una garantía que cualquiera puede asumir el cargo de Carmito. Insisto ahora, si Javier Díaz no era una lumbrera y pudo servir a los intereses de Manuel Andrade, así como funcionó Checamen Escayola Camacho, cualquier otro diputado priísta puede hacerlo. Aunque Granier operaría mejor con un amigo-amigo.
En el caso de Gina Trujillo no se duda su capacidad, aunque dicen que no quiere. Y es una lástima porque permitiría empezar los cambios tan necesarios. Si bien no sería necesario que dejara la dirigencia estatal del PRI, sería bueno que lo hiciera y así llegaría a ese lugar el actual secretario de Salud, Luis Felipe Graham, que aunque usted no lo crea es otro que le tira a la silla que mal usa Evaristo Hernández Cruz.
Tampoco me lo crea pero el rumor de que Checamen se va, está creciendo en los corrillos políticos. Allá ellos.
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