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TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Por Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com
La cultura del agua
Nosotros nos vamos a cambiar al
camellón, porque mañana vamos
amanecer entre el agua; nos quedamos
aquí cerca de la casa ya que nos
mantenemos de la pesca, no tenemos
trabajo en la ciudad. Olivia Jesús Magaña
290810/ Acachapan y Colmena, Centro.
El tabasqueño, el de origen, no le tiene miedo al agua. Convive con ella. Los ríos fueron sus carreteras. De todas sus cabeceras municipales transitaban fluvialmente por la entidad.
Los caminos, primero gravados, después pavimentados, impidieron que los ríos llegaran con la misma fuerza y volumen a muchas zonas bajas.
Ahí, robándole tierra, espacios al agua, crecieron los potreros y, cerca de las ciudades, los fraccionamientos. A estos asentamientos llegó gente de fuera. Y muchos hijos y nietos de los que vivían, año con año, la cultura del agua. Estos sí se han olvidado de los tapancos, del café y galleta de agua, de los alimentos guardados en latas, de la carne salada… del milagro de la pesca.
Por muchos años las zonas bajas han sido utilizadas para la ganadería y algunas, muy pocas, siembra de frutales y granos. Las carreteras actuaban, actúan, como bordos de protección, pero esos terrenos quitados a los ríos hicieron que estos buscaran, primero, nuevos espacios aun en las ciudades y, en circunstancias como las de ahora, recuperaran, también, las áreas de escurrimientos naturales.
Hay un estudio por ahí, de los años 80`s, hecho por la XXX Zona Militar que fija con claridad el comportamiento de las aguas en tiempos de lluvias a inundaciones; la forma en que la planicie tabasqueña va recibiendo el agua de las sierras de Chiapas y Guatemala. Vale la pena que un día de estos se comente.
Hoy el tema es la cultura del agua que, con gran claridad, expresa doña Olivia al aferrarse a su habitat natural allá en una de las comunidades de Acachapan y Colmena, afectadas esta vez por las aguas que el río Carrizal recoge del Mezcalapa y, rodeando la parte trasera (norte) de Villahermosa lleva al Grijalva, río abajo de esta ciudad capital, en un abrazo acuífero que la convierten en una isla.
La carretera que va de Villahermosa (salida por Indeco Ciudad Industrial) a esa zona ribereña del margen izquierdo del Carrizal había sido por años una defensa artificial para las tierras robadas al río y para los asentamientos humanos que por allá crecieron.
Se alzó la carretera y se construyeron bordos a raíz de las inundaciones recientes, la del 2007 entre ellas. Se le seguía impidiendo al río recuperar sus espacios. Pero el agua tiene memoria. Y fuerza. En 1999 se desbordó en su margen derecho inundando la parte norte de Villahermosa.
Este año buscaba repetirlo por lo que fue necesario tomar una decisión: desviar sus aguas a sus antiguos espacios, el lagunerio donde hay ranchos como el de Same Yabur, por la Laguna de la Encantada; las propiedades de Moisés Calcáneo, el químico Falcón, Héctor de la Torre, entre otros.
Todo eso eran popales, parte de los Pantanos de Centla. Los camellones le hicieron tierras de cultivo o, al menos, para usufructo ganadero.
La misma colonia Indeco creció en esas tierras inundables, en esos pantanos, tierra de nadie. Y ahora está amenazada no por el agua que salga por el margen izquierdo del Carrizal sino por la lagunería que está creciendo de nuevo a sus espaldas y las espaldas de otros nuevos asentamientos como Francisco Villa, Villa Las Flores; a las que entraría el agua por la zona del Tutelar para Menores.
Los tres canales de alivio que regresan al río a sus antiguos popales, afecta, naturalmente, también a los habitantes de esa región. Muchas familias han salido a los albergues o con familiares y amigos en las zonas fuera de peligro. La mayoría, como doña Olivia Jesús Magaña, se queda ahí. Cerca de sus casas. No tienen trabajo en la ciudad.
Esa es una forma de la cultura del agua, que muchos pretenden olvidar.
LADO CLARO
El liderazgo en el Congreso del Estado, la concordia de los líderes de las fracciones partidistas dejan ver, como el caso de sus presencias en los lugares de peligro por inundaciones, que Tabasco bien vale hasta la tregua política.
TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Por Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com
La cultura del agua
Nosotros nos vamos a cambiar al
camellón, porque mañana vamos
amanecer entre el agua; nos quedamos
aquí cerca de la casa ya que nos
mantenemos de la pesca, no tenemos
trabajo en la ciudad. Olivia Jesús Magaña
290810/ Acachapan y Colmena, Centro.
El tabasqueño, el de origen, no le tiene miedo al agua. Convive con ella. Los ríos fueron sus carreteras. De todas sus cabeceras municipales transitaban fluvialmente por la entidad.
Los caminos, primero gravados, después pavimentados, impidieron que los ríos llegaran con la misma fuerza y volumen a muchas zonas bajas.
Ahí, robándole tierra, espacios al agua, crecieron los potreros y, cerca de las ciudades, los fraccionamientos. A estos asentamientos llegó gente de fuera. Y muchos hijos y nietos de los que vivían, año con año, la cultura del agua. Estos sí se han olvidado de los tapancos, del café y galleta de agua, de los alimentos guardados en latas, de la carne salada… del milagro de la pesca.
Por muchos años las zonas bajas han sido utilizadas para la ganadería y algunas, muy pocas, siembra de frutales y granos. Las carreteras actuaban, actúan, como bordos de protección, pero esos terrenos quitados a los ríos hicieron que estos buscaran, primero, nuevos espacios aun en las ciudades y, en circunstancias como las de ahora, recuperaran, también, las áreas de escurrimientos naturales.
Hay un estudio por ahí, de los años 80`s, hecho por la XXX Zona Militar que fija con claridad el comportamiento de las aguas en tiempos de lluvias a inundaciones; la forma en que la planicie tabasqueña va recibiendo el agua de las sierras de Chiapas y Guatemala. Vale la pena que un día de estos se comente.
Hoy el tema es la cultura del agua que, con gran claridad, expresa doña Olivia al aferrarse a su habitat natural allá en una de las comunidades de Acachapan y Colmena, afectadas esta vez por las aguas que el río Carrizal recoge del Mezcalapa y, rodeando la parte trasera (norte) de Villahermosa lleva al Grijalva, río abajo de esta ciudad capital, en un abrazo acuífero que la convierten en una isla.
La carretera que va de Villahermosa (salida por Indeco Ciudad Industrial) a esa zona ribereña del margen izquierdo del Carrizal había sido por años una defensa artificial para las tierras robadas al río y para los asentamientos humanos que por allá crecieron.
Se alzó la carretera y se construyeron bordos a raíz de las inundaciones recientes, la del 2007 entre ellas. Se le seguía impidiendo al río recuperar sus espacios. Pero el agua tiene memoria. Y fuerza. En 1999 se desbordó en su margen derecho inundando la parte norte de Villahermosa.
Este año buscaba repetirlo por lo que fue necesario tomar una decisión: desviar sus aguas a sus antiguos espacios, el lagunerio donde hay ranchos como el de Same Yabur, por la Laguna de la Encantada; las propiedades de Moisés Calcáneo, el químico Falcón, Héctor de la Torre, entre otros.
Todo eso eran popales, parte de los Pantanos de Centla. Los camellones le hicieron tierras de cultivo o, al menos, para usufructo ganadero.
La misma colonia Indeco creció en esas tierras inundables, en esos pantanos, tierra de nadie. Y ahora está amenazada no por el agua que salga por el margen izquierdo del Carrizal sino por la lagunería que está creciendo de nuevo a sus espaldas y las espaldas de otros nuevos asentamientos como Francisco Villa, Villa Las Flores; a las que entraría el agua por la zona del Tutelar para Menores.
Los tres canales de alivio que regresan al río a sus antiguos popales, afecta, naturalmente, también a los habitantes de esa región. Muchas familias han salido a los albergues o con familiares y amigos en las zonas fuera de peligro. La mayoría, como doña Olivia Jesús Magaña, se queda ahí. Cerca de sus casas. No tienen trabajo en la ciudad.
Esa es una forma de la cultura del agua, que muchos pretenden olvidar.
LADO CLARO
El liderazgo en el Congreso del Estado, la concordia de los líderes de las fracciones partidistas dejan ver, como el caso de sus presencias en los lugares de peligro por inundaciones, que Tabasco bien vale hasta la tregua política.
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